¿Por qué los salarios son tan bajos en República Dominicana? No hay una respuesta de consenso nacional. El Gobierno pone la bola en la cancha del sector privado; los empresarios en políticas oficiales que frenan la rentabilidad y el crecimiento empresarial. Responsabilidades hay mutuas, pero lo relevante sería que se unificaran en un sincero esfuerzo de transformación. Necesitamos una discusión que trascienda el tecnicismo coyuntural del Comité de Salarios y abordar la problemática salarial desde una perspectiva de planificación, desde la cual profundicemos con visión de nación en causas, efectos y soluciones a largo plazo. Los bajos sueldos perjudican al Gobierno, a los empresarios, a la sociedad. Asumamos el reto nacional de consolidar una economía de salarios dignificados. 

Las centrales sindicales están tratando de conseguir que los patronos les concedan un aumento salarial a los trabajadores de ingresos mínimos. Es lo de siempre. Las demandas de unas pobres entidades sindicales sin capacidad de presión y una patronal inconmovible y reticente.

La discusión salarial está limitada al salario básico y por sectores. Se fundamenta en un esquema en que el “consenso” es obligado pero casi imposible de lograr. Ese tipo de consenso se alcanza cuando la parte demandante tiene capacidad de accionar por vías de hecho.

Ese tipo de negociación parece previsto para otra sociedad, y no para la dominicana, donde escasea la solidaridad y la mayoría de las empresas son renuentes a asumir un papel socialmente comprometido.

El momento quizás es adecuado para pedirles a los empresarios remisos a mejorar las condiciones de sus empleados, que presten atención al cientista social Bernardo Kliksberg, quien sostiene que es cada vez más necesario que los inversionistas comprendan que su responsabilidad no es sólo generar riquezas, sino que éstas tengan sentido social.

No debe ser un propósito aplicar una táctica de agotamiento y desmoralización de los representantes laborales.

Los trabajadores deben reclamar con cierto sentido de la realidad. Las demandas no deben ser desproporcionadas o que no resistan el menor análisis.

Las partes deben adoptar una actitud constructiva, como si tuvieran el mismo propósito. Los trabajadores deben ser vistos como aliados, junto a los cuales se deben alcanzar las metas. Los empresarios deben ser vistos como emprendedores que aspiran a multiplicar sus fortunas, convencidos de que asimismo realizan una labor de importancia social. Contribuyen al fisco y ayudan al Estado a cumplir sus misiones. Pero deben entender que necesitan una fuerza laboral saludable y en buen ánimo, que valora su empleo como el medio donde obtienen los recursos para vivir. ¡Vivir!

La relación entre trabajadores y empleadores debe ser justa, armónica, para crear riquezas. El salario mínimamente decente es el primer eslabón para que se cumpla un ciclo virtuoso, de dar y recibir. Ganar, ganar.