En las próximas horas la Junta Central Electoral (JCE) hará la proclamación formal del inicio de la campaña para las elecciones del 15 de mayo.Es un período especial caracterizado por la competencia de los participantes de las diferentes agrupaciones políticas. Si bien la mayoría de la población centra su atención en el desarrollo de las actividades proselitistas, el país sigue su marcha.
Aunque predomina la política que también coincide con el carnaval que suele celebrarse entre febrero y marzo. Es una fiesta popular que se junta con una fiesta de la democracia.
Es cierto que los actores sociales tienen derecho a expresarse, a hacer sus reclamos siempre. Pero no está de más preguntarse hasta dónde resulta prudente propiciar procesos reivindicativos frente a los poderes públicos en medio de la campaña electoral sin que al mismo tiempo se interprete desde una perspectiva política.
Las demandas de los profesores de la UASD. La pobre universidad pública, que pese a las reiteradas quejas de su personal por salario, sus condiciones están por encima de sus iguales de las universidades privadas.
Impedir que empiece un semestre es una barbaridad. La frustración de los nuevos estudiantes que van llenos de entusiasmo a las aulas y se encuentran con la ausencia de los profesores, que probablemente cobrarán su sueldo completo cuando pase su protesta.
El caso de los médicos guarda similitud. Con la emergencia que supone la presencia del zika inician una cadena de huelgas regionales también por mejoría salarial. Asimismo, piden el 5% para la salud cuando ya el Presupuesto de este año es ley.
Los profesionales dominicanos, tan inteligentes, no terminan de entender que puede ser más útil presionar cuando se está formulando el proyecto de Presupuesto o cuando el mismo va al Congreso, donde sus reclamos podrían ser considerados.
Nunca pasa, pero en cualquier momento ocurre lo que estamos viendo ahora. Se lanza la huelga que sólo conecta con la creencia de que una presión en medio de una campaña electoral puede ser mucho más eficaz.
Médicos y profesores universitarios deberían ser más sensatos. Quizás este no sea el mejor momento. Y además, ¿por qué irse al extremo de la huelga?