Regularización y la campaña en contra

El Gobierno de  Danilo Medina ha enfrentado el tema del desorden migratorio con sólida decisión, marcada valentía y aguda estrategia, constituyéndose en el primer ejecutivo que se atreve a asumir una riesgosa posición pro dominicana, a pesar…

El Gobierno de  Danilo Medina ha enfrentado el tema del desorden migratorio con sólida decisión, marcada valentía y aguda estrategia, constituyéndose en el primer ejecutivo que se atreve a asumir una riesgosa posición pro dominicana, a pesar de las enormes presiones diplomáticas, sutiles algunas e irrespetuosamente intervencionistas otras.

A ese Presidente, que algunos decían que le faltaba coraje y pantalones, hay que “sacarle su comida aparte”, como reza el dicho criollo. El riesgo en asumir el tema migratorio, que los políticos siempre eludían, ha sido más que beneficioso para sus intenciones, por la valoración que el público tiene sobre los resultados y la mayoría lo respalda.

El drama haitiano es el resultado de una nación inviable, y una clase política fracasada, la brutal explotación de la generalizada condición de pobreza extrema y la falta de compromiso de los que tienen fortuna. 

Una frontera permeable,  la permisividad criolla, junto a la cultura de dejar que las cosas se resuelvan por sí mismas, han propiciado las condiciones ideales para una migración desordenada y sin control, que pone en apuros al Estado Dominicano ante su limitada capacidad de accionar para beneficiar a los ciudadanos dominicanos. 

Se ha montado una campaña contra la República Dominicana con la aviesa intención de obligar al país a dejar sin efecto el plan de regulación de extranjeros, cuyo plazo de inscripción recién termina. No corresponde a RD paliar la grave situación socio económica haitiana, aunque sí solidarizarse activamente en planes de desarrollo y capacitación.

La reacción oficial dominicana al tema migratorio, ha resultado contraria a los planes de esa fracasada clase dirigencial haitiana y sus adláteres del exterior.

La campaña  se ha utilizado como anestésico en Haití para focalizar la atención, lejos de la incapacidad de un Presidente no confiable, maestro de la simulación y la mentira, que hace “maromas” para continuar en el poder, un gobierno incapaz, y una comunidad internacional que “allanta” más de lo que ayuda.

El desbocado Alcalde de New York, Bill Di Blasio “lo hizo fuera del cajón”, olvidando la cantidad de dominicanos que son ciudadanos de la Capital del mundo; que atacar la médula de la economía dominicana, el turismo, es atentar contra el empleo de miles de haitianos que viven de este lado de la isla.

Ralph Gonsalves, el Primer Ministro de San Vicente y Las Granadinas, olvida la actitud oficial de muchas islas caribeñas, de deportar a los haitianos que buscan vida en sus territorios.

El Alcalde de Montreal, Denis Coderre, comete el yerro común, de hablar de “apátridas”.  El ridículo informe del Departamento de Estado sobre la “discriminación” dominicana al tiempo que Barak Obama denuncia: “no estamos curados del racismo”, refiriéndose al pueblo americano. Crece el apoyo a la posición dominicana del derecho a ordenar su sistema migratorio. l

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