Cuando daba inicio a la segunda entrega de este artículo leía la buena noticia -especie de una rectificación- ofrecida por Oscar de la Hoya. La noticia, que se publicó la noche del lunes, refiere que De la Hoya ha decidido quedarse fuera de los cuadriláteros. En la primera entrega expuse que quien fuera seis veces campeón del mundo en diferentes divisiones no tenía necesidad de regresar al boxeo activo. Y tuve que repetir la frase de que los grandes atletas no saben retirarse a tiempo”.
De la Hoya, pese a que abandonó los ensogados tras sufrir aquella amarga derrota (en el 2008) ante Manny Pacquiao, amenazó con volver. E incluso había declarado que estaba en ánimo de regresar “porque quiero enfrentarme a los mejores boxeadores de ahora”.
La aparente intención era contender, de nuevo, con Floyd Mayweather Jr., el mejor boxeador de actualidad kilo por kilo.
Hasta llegó a proclamar que no dudaba enfrentarse al sensacional e invicto peso mediano Gennady Golovkin quien es el titular de esa categoría avalado por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
De la Hoya, quien terminó su gloriosa carrera con foja de 39-6, (30 victorias por nocaut) llevó a sus arcas millones de dólares y enfrentó a los más capacitados púgiles entre ellos a Floyd Mayweather de quien perdió por decisión dividida el cinco de mayo de 2007.
¡Qué bien!
Qué bien que De la Hoya aceptó la realidad al rectificar. Rectificó su intención de regresar a los cuadriláteros. “Estoy retirado. Después de hablar con mi familia y después de una gran cantidad de introspección, he decidido permanecer retirado. Sin embargo, lo hago con conocimiento de que muchos boxeadores todavía hoy se sienten orgullosos de los mismos principios a los que me adherí a lo largo de mi carrera. Es ahora que a través de los boxeadores como los que he mencionado y docenas de otros combatientes de Golden Boy Promotions que esos valores viven”. Me alegro de que De la Hoya haya dejado atrás su intención de volver… porque si regresaba, como lo plantee en mis comentarios en Deporte en La Z, iba a ser duramente golpeado.
¡No había necesidad de regresar!
