“Por el bien de los demás”

En la Europa de hoy (y en otros lugares), el mensaje intelectual de moda se parece cada día más al pensamiento marxista. De forma más sutil, se nos vende lo mismo: necesitamos la seguridad de un Estado grande y protector, que guíe nuestros pasos.&#823

En la Europa de hoy (y en otros lugares), el mensaje intelectual de moda se parece cada día más al pensamiento marxista. De forma más sutil, se nos vende lo mismo: necesitamos la seguridad de un Estado grande y protector, que guíe nuestros pasos. Y se habla de “políticas centralizadas” y de “la comisión como órgano supremo”.

Implícitamente se desprecia al individuo, que solo piensa en sí mismo, y se promueve la psicología de la masa: todo se justifica “por el bien de los demás”.

Grandes de la humanidad han criticado esta forma de pensar, como Charlie Chaplin cuando decía: “El hombre como individuo es un genio. En masa, es un bruto que va donde le indican”. Y como Benjamin Franklin cuando criticaba a la sociedad cuando entregaba su libertad a cambio de un poco de seguridad.

Pero esto de que la gente deba ser libre, asumir la responsabilidad de sus decisiones y cosechar según sus méritos, no gusta ni vende. La propaganda ha convencido a muchos de que los individuos son incapaces de progresar por sí solos. Y como los ha llenado de miedo y desconfianza, se están dejando seducir por la trampa de un Estado totalitario.

Parece que la evidencia histórica no basta para disuadirlos. Sería suficiente leer sobre lo que era Alemania del Este bajo el yugo soviético: un lugar horrible donde se había privado a la gente de la posibilidad de reír, arriesgarse y equivocarse, en nombre de una seguridad que para colmo no tenía. Y donde “por el bien de todos”, el vecino te espiaba y “chivateaba”.

Un lugar donde el gobierno decidía cuánto y cómo producir y donde se convencía a la ciudadanía de que el capitalismo estaba cayendo. Entonces llega el presidente del país (capitalista) más rico del mundo y dice “tiren este muro”.

Pero pocos leen y analizan. Y así se va perfilando la Unión Europea. “Con demasiadas similitudes con esa Alemania aterradora como para no sentirse incómodo”, como bien señala el consultor Daniel Lacalle. Con un organismo centralizado, que planifica desde arriba y que no rinde cuentas por sus errores. Peligrosamente… hacia atrás.

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