¡Medítalo!

Dominio propio es aquello que todo hombre de éxito necesita para que las piedras de su camino no le pongan contra el suelo, lo que sujeta el pulso a nuestros impulsos y sofoca el oleaje interior de los instintos más locos que nos combaten. San Pablo&#82

¡Medítalo!

La vida es un intervalo que se sostiene entre las costas infinitas del plan divino. Sus cuerdas de plata soportan el puente del tiempo y las alas del alma.Nacer es estar en ese puente entre la vida y la muerte, ese intervalo sagrado que…

Dominio propio es aquello que todo hombre de éxito necesita para que las piedras de su camino no le pongan contra el suelo, lo que sujeta el pulso a nuestros impulsos y sofoca el oleaje interior de los instintos más locos que nos combaten. San Pablo advierte en Efesios 4:26 “Airaos, pero no pequéis”. ¡Medítalo! Jesús pudo actuar en sus fuerzas en el momento que lo apresaban, le dijo a sus discípulos: “¿acaso ustedes no creen que puedo pedirle a mi Padre 12 legiones de ángeles?”, pero Él bajo ningún pretexto torcería el plan, demostró que el Espíritu Santo prevalece en aquellos que se sujetan a Dios y nos mostró que hacer lo mejor no es “hacer lo mejor que se puede”, sino lo que se debe. 

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La vida es un intervalo que se sostiene entre las costas infinitas del plan divino. Sus cuerdas de plata soportan el puente del tiempo y las alas del alma.

Nacer es estar en ese puente entre la vida y la muerte, ese intervalo sagrado que tantos profanan; en su ignorancia, tan ancha como las sendas de la perdición, son llevados a treparse en el tope de la paciencia de aquel que con un soplo animó su carne. De una fumada convierten en cenizas pensamientos y recuerdos de papel y vomitan como humo el pan de la sabiduría que los alimentó.

Recordemos que el Altísimo sopló en la nariz de Adán su aliento, y cuando morimos ésta es la primera en descomponerse, el útero es lo último. La paciencia es vida. ¡Medítalo!

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