Hoy lo primero es confirmar que soy higüeyano, condición a la que no renuncio. Después de esa declaración de identidad provinciana, quiero explicar por qué comparto la protesta de Higüey por la desatención de las instituciones públicas que deben atender las necesidades básicas de la comunidad.
Sin compartir los rudimentarios métodos para reclamar, a los altagracianos les sobran razones cuando exigen que se concluya la construcción de su acueducto que se inició hace más de 10 años y se asfalten sus calles, que se termine la construcción del hospital que también se inició hace añales y se construya el puente que da acceso a Villa Cerro el sector nuevo de la ciudad más poblado. ¿Por qué afirmó que tienen razón?
En 1970 la ciudad de Higüey tenía 21,946 habitantes y su principal actividad productiva era agropecuaria y producción de caña de azúcar para el Central Romana. El censo del 2010 registró 168,501 habitantes en la ciudad y el mayor índice de crecimiento poblacional. Con esta población se convirtió en la sexta ciudad detrás de Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, La Vega y San Pedro de Macorís. Expertos consultados aseguran que actualmente ronda los 200 mil habitantes. La población se ha multiplicado por 10, pero los servicios públicos y la organización de la ciudad no responden a este crecimiento. En la década de los ochenta en el municipio de Higüey, específicamente en Punta Cana, se puso en marcha un impactante proceso de desarrollo turístico que ha convertido a Punta Cana en el principal destino del Caribe. El Aeropuerto Internacional Punta Cana, una inversión privada, recibió el año pasado 2.9 millones de turistas, y a junio había recibido el 67% de los extranjeros llegados al país. En los últimos 10 años han llegado a esta terminal 20.8 millones de turistas, y solo los impuestos cobrados a estos viajeros en el aeropuerto han aportado unos 40 mil millones de pesos. Este año se estima que sólo el aeropuerto reportará más de RD$9 mil millones.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo estima que en el 2015 el turismo aportará al producto interno unos RD$439 mil millones, de los cuales pueden atribuirse a Punta Cana el 60%. Los higüeyanos sienten que esta riqueza pasa por sus puertas y sigue de largo, y quieren que una justa proporción se quede en su ciudad.
Los hoteleros están preocupados, pero sin resolver la desatención a las necesidades comunitarias la inquietud social crecerá. Les conviene usar sus influencias para motivar respuestas del Gobierno. Ayer dialogué con Ernesto Veloz, presidente de los hoteleros, sobre las protestas y coincidimos en este enfoque. Favorecer soluciones comunitarias es el camino más corto para un futuro mejor.
