Pedro, el elegido

“Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un niño o de sí”, así comienza la canción del elegido en la inconfundible voz de Silvio Rodríguez. Me permito continuar parafraseándola porque no voy a hablarles de un hombre común.&#82

“Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un niño o de sí”, así comienza la canción del elegido en la inconfundible voz de Silvio Rodríguez. Me permito continuar parafraseándola porque no voy a hablarles de un hombre común. Se trata de Pedro Martínez, el hombre que de la nada siempre creyó en su talento para convertirse en un animal de la galaxia de las Grandes Ligas.

Ayer, mientras daba su discurso de inducción al templo sagrado de las Mayores, en raras ocasiones dejó de demostrar su sencillez, su espontaneidad, pero más que todo su respeto por el juego y los valores que le sembraron en su humilde familia en Manoguayabo, República Dominicana. Tener tantas condiciones es solo reservado para los grandes y es de inmensos saber reconocer a quienes ayudaron en toda circunstancia.

Es de gigantes devolverle todo el cariño a un pueblo que le ha seguido desde que en 1997 dio el salto a la élite del negocio. Pedro nació en octubre, muy cerca del penúltimo mes, de 1971 y ayer obtuvo la recompensa por tanto esfuerzo, sacrificio y por no abandonar los principios que recibió en la pobreza y que persisten en su riqueza.

Probablemente aún no se tenga la idea acabada del serpentinero que fue, sus logros, sus hazañas. Todavía falta escuchar su nombre muchas veces como punto de referencia en las marcas que persiga cualquier lanzador en esta época. Así de grande fue Pedro, a quien nunca nadie derrotó en su corazón, donde se deciden muchas batallas porque quien carece de esa virtud muchas veces muere con la mancha de la deshonra y de la cobardía.

Era un pequeño con un cañón del futuro que veía al rival como si estuviese en la guerra. Esto sin nunca quitar los pies sobre la tierra. Ahora le interesa el calor y la alegría de su gente. Su idea es que quienes vienen detrás sepan que no pueden defraudar a un país que en 32 años apenas ha tenido dos miembros de Cooperstown. Su tierra quiere más inmortales, pero con calidad dentro y fuera del terreno. Pedro El Grande. Pedro, un elegido de Dios, orgullo dominicano.

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