Las cárceles de máxima seguridad

En apenas sesenta días el mundo vivió la fuga espectacular de tres reos de la justicia, altamente peligrosos, en cárceles de máxima seguridad de México y Nueva York. La vulnerabilidad del sistema carcelario en lugares donde las autoridades han…

En apenas sesenta días el mundo vivió la fuga espectacular de tres reos de la justicia, altamente peligrosos, en cárceles de máxima seguridad de México y Nueva York. La vulnerabilidad del sistema carcelario en lugares donde las autoridades han asegurado un nivel de vigilancia extrema deja mucho que desear. Todos nos preguntamos si realmente hay recintos carcelarios de máxima seguridad frente a los delincuentes de alta peligrosidad y recursos económicos poderosos. Lo que más debe preocuparnos a todos es si la fuerza del dinero impedirá que los delincuentes de marca mayor alcancen a cumplir sus condenas sin escaparse. ¿Se puede hacer todo desde la cárcel de máxima seguridad?

La primera fuga espectacular ocurrió en Nueva York a principios de junio. Dos prisioneros, Richart Matt, 48 años, condenado a cadena perpetua por asesinar un policía, y David Sweat, castigado con 25 años de prisión por secuestro, descuartizamiento y asesinato de su jefe en 1997, huyeron de la cárcel de alta seguridad en Clinton, Nueva York. Días después, Matt cayó abatido de tres balazos, cuando intentó resistirse al reapresamiento, armado. Y Sweat fue impactado por dos disparos cuando intentaba huir al ser recapturado. Ambos rompieron tuberías de acero para evadir la prisión ante la vista indiferente de sus vigilantes.

No bien entraba julio cuando Joaquín (El Chapo) Guzmán, jefe del Cartel de Sinaloa en México, burló la cárcel de “máxima seguridad”, donde fue recluido hace apenas un año, con la consabida advertencia del presidente Enrique Peña Nieto de que esta vez no permitirían que el poderoso narco se burlara de las autoridades y que dejarlo escapar por segunda vez sería una vergüenza. La construcción de kilómetro y medio de túnel, con tecnología de punta, y con toda la movilización de tierra y maquinarias que implica semejante operación, pone al descubierto que el poder del dinero y la delincuencia pueden con todo en México. Fue una fuga perfecta, claro, con la complicidad del carcelero.

Estamos frente a una crisis de confianza y credibilidad. Los carceleros que se hicieron de la vista gorda para no ver nada son los verdaderos responsables de estos hechos bochornosos que avergüenzan a todo el sistema carcelario del mundo. Estos casos demuestran que frente al dinero ilícito no hay fronteras. Y que los delincuentes son capaces de llegar a toda clase de extremos para burlarse de la justicia y el Estado. Estamos ante un desacato mayor de la autoridad cómplice de perversos, asesinos y delincuentes. El reto es cómo preservar las cárceles de autoridades vulnerables y castigar a los culpables con severidad, si queremos reafirmar el peso de la ley y mantener la paz.

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