La participación de dos agentes de la Policía en el asesinato de la joven estudiante Franchesca Lugo, demuestra la necesidad de profundizar la mentada profilaxis en sus filas, un proceso largamente emprendido, pero aún superficial e inconcluso y que, dadas las tentaciones hacia la delincuencia criminal, amerita un monitoreo constante y enérgico.
La rapidez con que se detuvo a tres de los sospechosos es una clara demostración de que la nueva jefatura policial está dispuesta a combatir cualquier acción indebida de sus miembros. Los exámenes de admisión a esa institución encargada de velar por la seguridad ciudadana tienen que ser revisados y ser más exhaustivos para evitar que malvados y psicópatas se escondan detrás del uniforme oficial para cometer fechorías. l
