El sentido de las alianzas

En múltiples ocasiones se ha señalado que el tipo de gobierno que lleve a cabo un partido político en el poder, depende de los acuerdos que éste establece con otras fuerzas políticas y del apoyo que recibe de determinados grupos corporativos.…

En múltiples ocasiones se ha señalado que el tipo de gobierno que lleve a cabo un partido político en el poder, depende de los acuerdos que éste establece con otras fuerzas políticas y del apoyo que recibe de determinados grupos corporativos. Por esa razón, una vez iniciada la campaña electoral, además de las propuestas que pueda hacer un candidato y su organización, hay que tener en cuenta a quiénes suma en ese proceso y a qué se compromete con aquellos que deciden apoyarlo. La gestión desde el Estado depende en gran medida de la forma en que se llega a la Presidencia.

Se supone que las alianzas electorales deben darse entre partidos que comparten su visión sobre las acciones fundamentales que deben llevarse a cabo para enfrentar los problemas que afectan al país. Cualquier acuerdo político tiene que ser coherente con el discurso enarbolado, sobre todo si el partido que lo sustenta intenta presentarse como una opción alternativa al ejercicio tradicional de la política. De nada sirven las alianzas desideologizadas, que echan a un lado los principios éticos esenciales para una gestión pública basada en la honestidad, la transparencia y el respecto de las leyes.

Luego de la transición democrática, en varios países de la región, entre los que destaca el caso chileno, se llevaron a cabo pactos políticos que permitieron definir e implementar una agenda de desarrollo económico, social e institucional. En el caso dominicano, a lo más que hemos llegado es a la realización de pactos electorales para la repartición del Estado. El actual contexto político no parece traer nada distinto. Somos testigos de intensos procesos de negociaciones inter-partidarias donde lo más importante es cuantas candidaturas les toca a cada quién y cuáles cargos se les garantizan al partido que endosará la candidatura de quien encabeza la alianza, en caso de llegar a la Presidencia.

Esta práctica se justifica bajo el alegato de que lo importante es ganar las elecciones sin importar cómo. Las implicaciones de la permuta apoyo a la reelección por alianzas electorales ya han comenzado a verse. Por otro lado, la principal fuerza de oposición, que hace esfuerzos por diferenciarse del partido en el gobierno, procura establecer acuerdos electorales con grupos políticos y sindicales cuya trayectoria ha sido la de sacar provecho del Estado. Esto plantea que aún estamos lejos de un ejercicio de la política donde medio y fin sean coherentes. Un reto inmediato es darle un propósito distinto a las alianzas, donde lo fundamental no sea ganar, sino ganar para mejorar la calidad de vida de la gente.

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