De Hatuey De Camps  todos han resaltado su legado de coherencia, atributo esencial a los políticos rectos. Ahora mismo, verbigracia, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, da que hablar en este aspecto, pues ha moderado su discurso contra negros e hispanos en busca del voto de ambos grupos, que favorecen a su rival, Hillary Clinton, según los sondeos. Quiere presentarse ahora menos radical que lo acostumbrado contra las minorías, para congraciarse con ellas. Un giro chocante que no ha gustado en absoluto a sus más fervientes simpatizantes. Los votantes pueden reconocer posturas oportunistas. Este vaivén deja malparada la fiabilidad de Trump para ocupar la Casa Blanca.  Un candidato incoherente no perfila un presidente virtuoso. 

La forma en que algunas agrupaciones políticas han coincidido en rechazar la resolución de la Junta que fija el número de legisladores según la densidad poblacional, es una demostración de
desapego a principios institucionales, en vista de que esa medida se basa en un principio constitucional. La clase política dominicana, que tanto critica desde su particular óptica comportamientos apartados de la ética y también de la razón, tiene que propender a la coherencia que reclama a diferentes sectores de la sociedad, pues lo contrario equivale a bandidaje. La adhesión a la ley y a la Carta Magna no puede ser algo que se invoque selectivamente y dentro de ciertas coyunturas, buscando activismo proselitista o posicionamiento de marketing electoral. 

Una de las bases que debe ostentar nuestra vida es la coherencia, personalmente la relaciono con transparencia e integridad. Esa capacidad cultivada de llevar tus dichos a los hechos sin doblez ni simulación. Tener esa manera de ser “de una pieza” y un actuar predecible, conectado a la verdad, cambien o no las circunstancias o los tiempos. 

Lo opuesto es una conducta contradictoria. Jesús reprendió duramente a los fariseos y escribas, quienes se oponían ferozmente a sus enseñanzas, de hecho ordenó: “Hagan lo que ellos dicen, pero nunca hagan lo que ellos hacen”. Estos amigos de la ley, que no podían cumplirla, comenzaron siendo contradictorios y terminaron siendo hipócritas. El punto es uno: Si no vives lo que haces, solo deshaces!

Una de las bases que debe ostentar nuestra vida es la coherencia, personalmente la relación con transparencia e integridad. Esa capacidad cultivada de llevar tus dichos a los hechos sin doblez ni simulación. Tener esa manera de ser “de una pieza” y una actuación predecible, conectado a la verdad, cambien o no las circunstancias o los tiempos.

Lo opuesto es una conducta contradictoria. Jesús reprendió duramente a los fariseos y escribas, quienes se oponían ferozmente a sus enseñanzas. De hecho ordenó: “hagan lo que ellos dicen, pero nunca hagan lo que ellos hacen”. Estos amigos de la ley, que no podían cumplirla, comenzaron siendo contradictorios y terminaron siendo hipócritas. El punto es uno: ¡Si no vives lo que haces, solo deshaces!