No existen

Una información vaga, distante, de esas que se miran y se pasa la página. Se trataba de 28 trabajadores que “limpiaban” un túnel de la presa de Tavera, en Sabana Iglesia, Santiago, y habían sido trasladados a un centro hospitalario con síntomas&#

Una información vaga, distante, de esas que se miran y se pasa la página. Se trataba de 28 trabajadores que “limpiaban” un túnel de la presa de Tavera, en Sabana Iglesia, Santiago, y habían sido trasladados a un centro hospitalario con síntomas extraños. Se sugería que estaban intoxicados.

Pocos hicieron caso. Los mismos medios de comunicación no parecían interesarles un hecho en una zona remota, quizás inaccesible, a la que sólo esos pobres hombres habían podido llegar para realizar una labor imposible aparentemente con las manos.

Hasta que corrió la información de que uno de los obreros había fallecido. Ya las víctimas fatales son tres y los demás siguen hospitalizados.

Las instituciones a cargo de la gestión de la presa no querían asumir la responsabilidad del extraño caso. Estábamos en presencia de lo que vendría a ser un accidente en el trabajo.

¿Por qué ocurrió? ¿Limpiar un túnel, respiradero o aliviador de una presa es para dejarlo a obreros no calificados, a mano pelada, sin proveerlos de la más mínima protección? Todas esas preguntas brotan ante un hecho insólito.

Pero lo peor de todo es cómo han reaccionado, primero quienes tienen a cargo la administración de las presas, sea por el lado del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) o del lado de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana, en una actitud elusiva de responsabilidad cuando lo que procedía era la asistencia inmediata.

En general, estamos ante una combinación de indolencia e indiferencia. Primero de quienes están en el deber de proteger y asistir, y luego de quienes debemos estar prestos a actuar ante cualquier tragedia.

Imaginamos las primeras horas de esos hombres. Luego los saldos fatales. Los temores y las angustias de los familiares. Percibimos que no ha habido una respuesta adecuada.

¡Hasta para identificar la causa del mal que padecen los obreros hay un proceder que no concuerda con el sentido diligente a que convoca un hecho de esta naturaleza!

Es la suerte de los marginados, de los condenados al olvido. Una expresión más de la concentración de la atención en los principales polos urbanos. Los demás, simplemente, no existen.

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