El ejercicio de la política en nuestro país tiene muchas vertientes que le dan el sello de la singularidad. Hace poco pregunté si alguno de mis lectores sabe lo que hace el llamado Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape) y aún espero respuesta. Lo que sí me han llegado son nuevos informes sobre el manejo, tal si fuera una finca propia, que de ese organismo hacen quienes tienen la responsabilidad de dirigirlo, amén de que lo utilizan como un buen trampolín para la obtención de beneficios, probablemente en forma no tan transparente como exige la ética y las normas para el uso y manejo de fondos que salen del erario público, es decir, de los aportes de los contribuyentes. Veamos: Cuentan a sotto voce, con categoría casi de rumor público no desmentible, que quienes están al frente del denominado Conape operan varias fundaciones “sin fines de lucro” dizque para asistir, auxiliar y atender en necesidades diversas a los envejecientes (lo mismo que supuestamente ha de hacer la entidad a su cargo). Obviamente, y como habrá de imaginarse el más memo, esas fundaciones “sin fines de lucro” se han apostillado al Presupuesto de la Nación, recibiendo asignaciones por diversas sumas, lo que no sería nada pecaminoso si no fuera por la sospecha que arroja el hecho de que sus directivos son familiares cercanos, muy cercanos, de quienes dirigen el Conape. De ñapa, como diría don Bulilo, ahora, esa misma gente procura, a través de terceros (llámense albaceas o testaferros) que la Junta Central Electoral le reconozca un partido político, más bien otra franquicia para sangrar al Estado. Se trata del Partido del Adulto Mayor. ¡¡¡Quueeé tuuupeeé…!!!
A trabajar
Si usted es político y aspira a un puesto electivo, lo más aconsejable es que se faje a trabajar con la gente, no que se arrime a esperar que su(s) adversario(s) no hagan el trabajo y, en consecuencia, los votantes no le presten siquiera atención. Sugerencia que le sirve a muchos…