Tremendo tupé

El ejercicio de la política en nuestro país tiene muchas vertientes que le dan el sello de la singularidad. Hace poco pregunté si alguno de mis lectores sabe lo que hace el llamado Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape) y aún espero&#823

Tremendo tupé

Este es un país maravilloso. Aquí, en el ejercicio de una función pública, cualquiera hace y deshace, como si nada. Falta…

El ejercicio de la política en nuestro país tiene muchas vertientes que le dan el sello de la singularidad. Hace poco pregunté si alguno de mis lectores sabe lo que hace el llamado Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape) y aún espero respuesta. Lo que sí me han llegado son nuevos informes sobre el manejo, tal si fuera una finca propia, que de ese organismo hacen quienes tienen la responsabilidad de dirigirlo, amén de que lo utilizan como un buen trampolín para la obtención de beneficios, probablemente en forma no tan transparente como exige la ética y las normas para el uso y manejo de fondos que salen del erario público, es decir, de los aportes de los contribuyentes. Veamos: Cuentan a sotto voce, con categoría casi de rumor público no desmentible, que quienes están al frente del denominado Conape operan varias fundaciones “sin fines de lucro” dizque para asistir, auxiliar y atender en necesidades diversas a los envejecientes (lo mismo que supuestamente ha de hacer la entidad a su cargo). Obviamente, y como habrá de imaginarse el más memo, esas fundaciones “sin fines de lucro” se han apostillado al Presupuesto de la Nación, recibiendo asignaciones por diversas sumas, lo que no sería nada pecaminoso si no fuera por la sospecha que arroja el hecho de que sus directivos son familiares cercanos, muy cercanos, de quienes dirigen el Conape. De ñapa, como diría don Bulilo, ahora, esa misma gente procura, a través de terceros (llámense albaceas o testaferros) que la Junta Central Electoral le reconozca un partido político, más bien otra franquicia para sangrar al Estado. Se trata del Partido del Adulto Mayor. ¡¡¡Quueeé tuuupeeé…!!!

A trabajar

Si usted es político y aspira a un puesto electivo, lo más aconsejable es que se faje a trabajar con la gente, no que se arrime a esperar que su(s) adversario(s) no hagan el trabajo y, en consecuencia, los votantes no le presten siquiera atención. Sugerencia que le sirve a muchos…

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Este es un país maravilloso. Aquí, en el ejercicio de una función pública, cualquiera hace y deshace, como si nada. Falta tanta institucionalidad que, siendo funcionario, hay figuras que han procurado convertir en piñatas las entidades puestas a su cargo, y hasta son premiados con otra designación en la administración pública, dizque “por razones estratégicas”. La Liga Municipal Dominicana (LMD) es uno de los organismos del Estado dominicano al que, por obra y gracia del ejercicio clientelista, le ha pasado como al cangrejo cuando empiezan a cortarle las extremidades: Que se va quedando sin facultades motoras, y de hecho, sin movimiento… para morir. Pero de ñapa, como diría el pueblo, los mismos que han llevado la LMD por ese derrotero, aún fuera de ella insisten en desmembrarla. Y para ejemplo, lean ahí: El pasado secretario general de esa institución, sacado del puesto en contra de su voluntad porque quería seguir en el carguito, y dejó deudas inimaginables por doquier (incluyendo las que tienen que ver con el pago de prestaciones para exempleados municipales de diversos niveles), ahora demanda judicialmente a la LMD exigiendo ¡el pago de sus prestaciones laborales!, apoderando de la demanda a su propia oficina de abogados, amén de que se sabe que tiene cuadros que le responden dentro del organismo haciéndole la vida imposible y obstaculizando muchas de las iniciativas del actual titular. ¡Eso se llama tener tupé…!

Desilusión

Los viceministros administrativos y los directores administrativos de instituciones estatales fueron convocados hace, unos días, a una “reunión de orientación” sobre la aplicación de la ley de Compras y Contrataciones Públicas. Grande fue la desilusión de los que asistieron creyendo que abrevarían en la sabiduría de quien(es) debía “orientarlos” y tuvieron que escuchar a un funcionarito prepotente que no dominaba el tema y quería lucirse. Hubo algunos para los que la intervención fue como si les hablaran en chino. Continuaré…

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