Llamo la atención sobre algunas citas recogidas en Internet que definen a Porfirio Rubirosa. Como estas hay suficientes para un libro de 250 páginas.
Fue uno de los adeptos al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo y uno de los posibles autores de varios de los asesinatos por causas políticas dentro de la dictadura. Rubirosa se hizo famoso como un playboy internacional, por su estilo de vida en el jet set, y sus legendarias proezas sexuales con las mujeres.
Wikipedia
Nunca dio palo al agua y a veces andaba mal de pasta, pero siempre era rumboso con las mujeres. Y sí, era un gran deportista: campeón internacional de polo y bueno en submarinismo, esquí y coches de carreras. Pero esto también formaba parte de sus técnicas de seducción: tenía claro que a ellas no les gustan los vientres flácidos. Por último, era excepcional en la cama. Flor Trujillo y Barbara Hutton, entre otras, no tuvieron el menor reparo en hablar del tamaño de su pene, de su capacidad de mantenerlo erecto una eternidad y del cuidado que tenía en que su pareja alcanzara el orgasmo. El País
En aquellos días, Rubirosa se supone de nuevo a otro asesinato político: la
desaparición del profesor vasco Jesús de Galíndez, que ocurrió en los Estados Unidos el 12 de marzo de 1956. gentequehacenlahistoria.blogspot.com
En vida, Porfirio Rubirosa jugó polo, piloteó bombarderos B-25, corrió ferraris en Le Mans, y buscó tesoros perdidos en el Caribe. Pero fue su éxito con el bello sexo que lo convirtió en una leyenda. Sus conquistas incluyeron a Eva Perón, Ava Gardner, Jayne Mansfield, Veronica Lake y Dolores del Río. La cuenta final nunca se sabrá. Un amigo confirma que Rubi, quien se casó con las dos mujeres más ricas del mundo una detrás de la otra, Doris Duke y Barbara Hutton, durmió con “miles de mujeres” mientras vivía en París en los 50 y 60. El columnista Taki Theodoracopulos recuerda que cuando se emborrachaba, Rubi tomaba una guitarra y cantaba “Soy sólo un chulo”. www.mariamontez.org
Todo lo que Rubirosa tuvo se lo debió a los otros: A sus mujeres, a sus enllaves, a Trujillo. Cada vez que Rubirosa intentó algo por sí mismo, fracasó miserablemente: Ni rescató aquel tesoro español del fondo del Atlántico ni pudo rodar aquella película de vaqueros ni pudo publicar su biografía ni pudo hacer levantar –para su beneficio- el embargo a la república trujillista. No pudo ni siquiera convencer a Zsa Zsa Gabor, la única mujer, aparte quizás de Odile Rodin, de la que se asfixió, que se casara con él. www.acento.com
A este chulo trujillista se le dedica el bar de un hotel propiedad del Estado, La Mansión, en San José de las Matas. ¡Qué vergüenza!