Los drásticos cambios que en el último mes se han operado en la política migratoria en Europa, ante la avalancha interminable de refugiados, es una muestra de cómo realidades y circunstancias llegan a imponerse por encima de sentimientos humanitarios de apertura y solidaridad. A las fronteras inicialmente abiertas sin restricciones se oponen hoy bloqueos y alambradas que recuerdan dolorosos episodios de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial y la zona del odioso muro de Berlín. La canciller alemana, Angela Merkel, se ha visto forzada a esos cambios ante la presión política interna, principalmente de Baviera, el estado alemán más poderoso. La receptividad no ha sido anulada, pero sí seriamente restringida, en perjuicio de miles de desamparados.
Europa clausurada
Los drásticos cambios que en el último mes se han operado en la política migratoria en Europa, ante la avalancha interminable de refugiados, es una muestra de cómo realidades y circunstancias llegan a imponerse por encima de sentimientos humanitarios&