El clientelismo persiste y crece

“Para acabar con los malos políticos hay que elevar por todos los medios el nivel de conciencia de los que votan”.Es preocupante la manera en que las prácticas clientelares se han normalizado como mecanismo de promoción de los candidatos…

“Para acabar con los malos políticos hay que elevar por todos los medios el nivel de conciencia de los que votan”.

Es preocupante la manera en que las prácticas clientelares se han normalizado como mecanismo de promoción de los candidatos a puestos públicos en todos los partidos políticos. No estamos acostumbrados a que los candidatos nos presenten un programa de trabajo bien estructurado, con ofertas realistas y creíbles; todo lo contrario, las mismas promesas huecas –algunos clichés- que en nada contribuyen a concitar un voto consciente. Lo que es peor, logran que la gente voten por ellos de esa manera.

Todavía funciona cargar niños pobres en los callejones de los barrios, abrazar señoras mayores, regalar funditas de escasos artículos comestibles, repartir mochilitas y mascotas en las escuelas públicas y demás nimiedades. Esto se agrava cuando todos estos artículos son comprados con el mismo dinero que está supuesto a destinarse para que funcionen los servicios públicos que desde las instancias estatales deben ofrecernos.

En el estudio sobre Cultura política de la democracia en República Dominicana y en las Américas, 2014: gobernabilidad democrática a través de 10 años del Barómetro de las Américas, un 37.1% de los entrevistados indica haber recibido oferta de beneficios a cambio del voto. Este es el porcentaje más alto obtenido en esta variable, incluyendo Argentina y Venezuela, que usualmente presentaban altos niveles en las mediciones anteriores.

Uno pudiera pensar que es difícil rechazar esas ofertas cuando se tiene un alto índice de pobreza; sin embargo, ese mismo estudio explica que “el tono de piel, la educación y la riqueza del hogar no tienen una relación estadísticamente significativa con recibir o conocer de ofertas clientelistas, pero los hombres, los más jóvenes y quienes residen en las áreas rurales tienen más probabilidad de conocer o recibir ofertas clientelistas que las mujeres, los ancianos y los residentes urbanos”. P. 48
Múltiples interpretaciones pudieran generarse a manera de hipótesis, a partir de ese hallazgo, sin embargo, lo más importante es que es necesario educar a nuestros jóvenes para un ejercicio más consciente sobre su rol político y ciudadano. No podemos permitir que esta práctica se siga expandiendo hasta legitimarla como la única vía para acceder al poder y beneficiarse de él. l

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