Un suicidio que ha conmovido a la nación

El pasado viernes 25 de septiembre de 2015 el arquitecto David Rodríguez, quien en el año 2013 había ganado un concurso para la remodelación de una escuela pública en Peralvillo, Monte Plata, por valor de 21 millones de pesos, decidió quitarse&#8230

El pasado viernes 25 de septiembre de 2015 el arquitecto David Rodríguez, quien en el año 2013 había ganado un concurso para la remodelación de una escuela pública en Peralvillo, Monte Plata, por valor de 21 millones de pesos, decidió quitarse la vida acosado por las múltiples deudas contraídas durante el proceso de remodelación, fruto de la deliberada demora en el pago de la penúltima cubicación de una obra inaugurada en noviembre del año 2014, irritado porque le negaron pagarle la cubicación final, y mortificado porque los beneficios de la obra se quedaron en manos de ingenieros al servicio de la entidad contratante, quienes demoraban los pagos mediante métodos dolosos para obligar a los contratistas a tomar préstamos onerosos.

Pero el lamentable suicidio del arquitecto Rodríguez hubiese pasado como uno más de los tantos suicidios que a diario se producen en nuestro país, de no haber sido por la nota manuscrita dejada en el lugar del suicidio y en la cual denunciaba haberse dejado persuadir de dos ingenieros de la Oficina Supervisora de Obras del Estado (Oisoe), a quienes acusaba de haberse quedado con todo, siendo esa denuncia la que convirtió el caso en noticia de primera plana de todos los periódicos nacionales y de todos los noticieros de radio y de televisión, conmoviendo a toda la nación, pues por primera vez el país ha conocido cómo operan algunos grupos enquistados en la Oisoe.

Tan fuerte ha sido el efecto estremecedor producido por este suicidio delatador, que la Iglesia Católica y varias reconocidas instituciones han pedido públicamente la disolución de la Oisoe, por entender que esta institución abandonó su rol de entidad supervisora de las obras del Estado para convertirse en institución constructora que, sin estar avalada por ninguna ley, compite de manera desleal e ilegal contra el Ministerio de Obras Públicas que es la única entidad oficial autorizada legalmente para construir escuelas, hospitales, carreteras y puentes.

Este triste y conmovedor hecho ocurrió apenas 4 días después de que el periódico elCaribe publicara un artículo nuestro donde citábamos que durante el proceso de construcción del megaproyecto habitacional Invivienda (1984-1986) muchos jóvenes ingenieros se habían suicidado por haber quedado “enganchados” con bancos y suplidores de materiales de construcción; y lamentamos profundamente que situaciones de este tipo se repitan en el presente por las tradicionales informalidades de un Estado que se preocupa mucho por inaugurar aceleradamente las obras escolares contratadas, pero no se preocupa por usar la misma celeridad para pagarle a los jóvenes ingenieros contratados, al extremo de que el Ministerio de Educación ha admitido que ha inaugurado 700 escuelas cuyas cubicaciones de cierre final no han sido saldadas a los ingenieros contratados, lo cual, con el transcurrir de meses y meses, lleva a cualquier ingeniero endeudado a sentirse desesperado.

¿Cómo es posible que durante décadas en la Presidencia de la República se haya permitido inaugurar glamorosamente escuelas y todo tipo de obras públicas cuyas cubicaciones finales no han sido saldadas a los ingenieros contratistas?, pues debía ser un requisito de ley que para inaugurar cualquier obra pública el gobierno de turno se provea de una certificación emitida por el Colegio de Ingenieros y Arquitectos (Codia) donde se haga constar que el gobierno ha saldado todos sus compromisos económicos con el contratista, y que al mismo tiempo el contratista entregue una póliza de garantía contra posibles vicios ocultos en la obra.

Si el Estado estuviese obligado a saldar antes de inaugurar, entonces fuese el Estado el interesado en pagar, pero la realidad es que después de la obra inaugurada la deuda pendiente es cosa olvidada, lo que nos recuerda una ocasión en que un letrero colocado a la entrada de un centro de diversión nos llamó a la atención por tener toda la razón, y que decía: “Aquí se olvidan todas las penas, pero si toma para olvidar, pague antes de tomar”.

Es doloroso que un arquitecto se haya sacado una obra pública que aparentaba haber sido su gran golpe de suerte, sin saber que en realidad se había sacado la muerte, pero es más doloroso saber que personas de la institución utilizaron artimañas de extorsión que le empujaron a esa fatal decisión que ha conmovido a la nación. l

Es doloroso que un arquitecto se haya sacado una obra pública que aparentaba haber sido su gran golpe de suerte, sin saber que en realidad se había sacado la muerte”.

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