Ladrones ayer y hoy

Dicen los viejos que antes a un ladrón le decían así: ladrón; que la gente buena les sacaba el cuerpo; que comían y bebían solos; andaban solos; vivían solos y morían sin pena ni gloria. Dicen que era imposible compartir con el ladrón, por…

Ladrones ayer y hoy

Antaño un ladrón era un ladrón, la gente les sacaba el cuerpo, vivían y morían sin ninguna gloria (menos los adláteres del tirano de turno); nadie compartía con ellos, pues lo más sagrado era preservar el buen nombre, las virtudes, el legado&#8230

Dicen los viejos que antes a un ladrón le decían así: ladrón; que la gente buena les sacaba el cuerpo; que comían y bebían solos; andaban solos; vivían solos y morían sin pena ni gloria. Dicen que era imposible compartir con el ladrón, por la honra de la familia, por preservar el buen nombre, por el legado moral y el ejemplo de vida para que no se fueran a desviar los niños. La diferencia entre este hoy y ese ayer es que entonces los ladrones se contaban con los dedos de una mano (y sobraban dedos), y se les trataba como enemigos de la sociedad. Pero hoy todos los saludan como “don”, “señor” y “usted”. (Y ellos simplemente sonríen).

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Antaño un ladrón era un ladrón, la gente les sacaba el cuerpo, vivían y morían sin ninguna gloria (menos los adláteres del tirano de turno); nadie compartía con ellos, pues lo más sagrado era preservar el buen nombre, las virtudes, el legado moral. Antaño, los ladrones se contaban con los dedos de las manos (y sobraban dedos). Pero hoy abundan tanto que te los encuentras en todos lados como políticos, funcionarios o emprendedores de éxito, y hasta vienen a uno con el clásico “¿Cómo tú ves la cosa?”. Y  los saludan como de “don”, “señor” y “usted”. Y ellos, fragantes, liberales y alegres, siempre sonríen.

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