Un presupuesto fotocopiado

A la propuesta presupuestaria recién sometida por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional poco le faltó para ser una fotocopia del presupuesto aprobado para 2015. Su característica más notable es la ausencia de novedad, creatividad, coraje y compromis

A la propuesta presupuestaria recién sometida por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional poco le faltó para ser una fotocopia del presupuesto aprobado para 2015. Su característica más notable es la ausencia de novedad, creatividad, coraje y compromiso para avanzar en el camino de poner el gasto público al servicio del desarrollo.

El gobierno simplemente puso el piloto automático, no muy distinto a como lo hizo la Administración Fernández en su momento. Atrás quedó el moderado entusiasmo que causó la formulación presupuestaria de 2013 en el que se concretó el compromiso con el incremento en el financiamiento para la educación universitaria. Desde ese momento en adelante, poco nuevo ha sucedido en esta materia.

El tamaño total del presupuesto asciende a RD$663.6 mil millones, algo más de 5% del aprobado para 2015. Se estimó un incremento de 7.7% en los ingresos de y de 6.9% en los gastos. El resultado financiero esperado es de un déficit de poco menos de RD$76 mil millones, equivalente a 2.3% del PIB, un monto casi idéntico a lo presupuestado para 2015.

La consecuencia de esto es que se repetirá la dinámica de endeudamiento por noveno año consecutivo. El gobierno planea buscar financiamiento por RD$173 mil millones o US$3,670 millones, apenas 1.3% menos que lo considerado en el presupuesto para 2015. También amortizará deuda por un total de RD$97 mil millones (US$2,062 millones) comparado con RD$101.6 mil (US$2,223 millones) en este año. Por ello, en términos netos incrementará la deuda pública en US$ 1,607 millones, llevando la deuda total del Sector Público No Financiero desde poco menos de US$24 mil millones hasta más de US$25.5 mil millones, lo que equivale a algo más del 37% del PIB. Cuando se suman los cerca de RD$380 mil millones (US$8,500 millones) que adeuda el Banco Central, la deuda del sector público llega hasta casi 50% del PIB.

Pero lo peor no es eso sino el costo financiero que representa para el Estado esa deuda, y que el presupuesto de 2016 hace poco por aminorar en el futuro. Para que se tenga una idea del tamaño del problema, en 2016 toda la nueva deuda contratada es insuficiente para amortizar capital y pagar intereses de la vieja deuda. Por ello, habrá que sacar casi RD$ 22 mil millones del presupuesto para liquidar esos compromisos.

El gasto primario, esto es, el gasto efectivo del gobierno en la economía, descontando el pago de deuda, apenas se incrementará, en términos reales, en un 2%, y como proporción del PIB se reducirá desde 14.8% hasta 14.4%. A largo plazo, si no se ataca el problema de la deuda y del déficit, éste continuará cayendo.

Por otra parte, la composición del gasto, se mantendrá bastante rígida; no habrá innovaciones o apuestas por reforzar de manera significativa rubros de gasto crítico como salud, infraestructura económica o justicia, seguridad y orden público. El gasto social bajará marginalmente desde 8.4% hasta 8.3% del PIB pero sólo gracias a que hay que mantener el gasto en educación en el equivalente al 4% del PIB, y también se reducirá un poco en términos absolutos el gasto en servicios económicos. Esa combinación permitirá financiar el incremento en el pago de intereses de deuda pública y en el gasto en administración general del Estado.

De igual forma, la inversión pública se mantendrá en un nivel bajo, en menos de RD$78 mil millones, equivalente a 2.4% del PIB o 14% del gasto público.
Por último, es poco probable que un análisis más desagregado del gasto público por programa permita descubrir grandes cosas nuevas.

Se dirá, en defensa de la propuesta, que mantiene una consistencia con presupuestos anteriores y que hay muy poco espacio para “inventar”. Pero la experiencia con el incremento en el financiamiento a la educación pre-universitaria reveló que es posible atreverse, máxime cuando hay demandas y necesidades tan intensas como las vinculadas a la salud y a la seguridad pública, y cuando hay pocas dudas que un financiamiento más adecuado en esas áreas, para sólo mencionar esas dos, tendría un fuerte apoyo público.

Desafortunadamente, piezas como ésta indican que los compromisos con el clientelismo y las cuotas políticas son más fuertes que con la gente. La única forma de cambiar esto es enfrentándolo, creando poder desde la gente y haciéndose sentir.

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