Turismo, agro y clima

Todo está sometido en estos tiempos a los efectos del cambio climático, especialmente las actividades productivas o recreativas que se afirman en la explotación de la tierra. La República Dominicana viene sufriendo ese impacto, ya identificado…

Todo está sometido en estos tiempos a los efectos del cambio climático, especialmente las actividades productivas o recreativas que se afirman en la explotación de la tierra. La República Dominicana viene sufriendo ese impacto, ya identificado por los organismos calificados.

Pero no hacemos lo suficiente para irnos adecuando a estos tiempos. Y pensar que el fenómeno nos impacta en dos ejes claves de la economía: agricultura, con tendencia a la baja, y el turismo, en auge, pero con serias amenazas.

Todo, pese a que vivimos en uno de los territorios que serán más afectados. En 2012, el Índice de Riesgo Climático Global nos ubicaba en el décimo lugar, a nivel mundial, entre los países más vulnerables a eventos climáticos extremos.

Este año no hemos sido castigados por huracanes de envergadura. Pero nos golpea una dura sequía. Al mismo tiempo, aumenta el nivel del mar, que es nuestro principal atractivo turístico, a consecuencia del calentamiento global. Nada sugiere que esa tendencia se detendrá.

El país tiene información documentada de cómo ese crecimiento del mar se está reflejando en las playas. Ahora mismo, tenemos un nuevo evento, las algas marinas, que deterioran gravemente la calidad de las mismas.

Ya vimos la catástrofe tierra adentro que ha significado el crecimiento del lago Enriquillo, con un costo humano terrible que obligó al gobierno a construir por completo la comunidad de Boca de Cachón. La crecida enterró los sueños y cultivos de cientos de pobladores de la cuenca de ese lago.

En general, la producción de riquezas en el turismo, la agropecuaria y otras actividades conexas, están bajo amenaza.

La creciente demanda de bienes y servicios requiere que la Nación piense seriamente en medidas que atenúen estos peligros. Pero no se advierte que haya un plan, y si existe, tampoco se ve al liderazgo construyendo una respuesta nacional a un fenómeno de esta gravedad.

Enfrentar el flagelo de la pobreza con degradación ambiental será mucho más difícil.

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