Abra bien los ojos, señor Presidente

Nadie al margen de sus inclinaciones político-partidarias puede poner en dudas la honestidad y el manejo pulcro con que se ha manejado el presidente Danilo Medina al frente de la Administración Pública.

Nadie al margen de sus inclinaciones político-partidarias puede poner en dudas la honestidad y el manejo pulcro con que se ha manejado el presidente Danilo Medina al frente de la Administración Pública.
Quienes lo conocemos, sabemos que Danilo ha sido un hombre cónsono con sus principios y valores éticos y morales. Y estas condiciones no solo ajustan para definir su comportamiento como primer mandatario, sino que ha sido una constante en su accionar dentro del complejo mundo de la política.

Mis consideraciones hacia el político ejemplar y sin dobleces que entiendo es el presidente Medina, tienen que ver con el escándalo que ha suscitado la muerte del arquitecto David Rodríguez, y cómo de forma irresponsable y mezquina han querido salpicar su exitosa gestión de gobierno.

Los que siguen cada una de mis entregas en este prestigioso medio, para el que me honra escribir cada jueves, saben que he sido coherente en mi defensa de las ejecutorias que como jefe de Estado desarrolla Danilo Medina. Pero igual he sabido ser crítica de las acciones que le hacen un flaco servicio al buen orden con que se ha manejado este Gobierno.

Y digo esto, porque si bien es cierto que la desafortunada muerte del arquitecto Rodríguez no puede ser caldo de cultivo de infamias de todo tipo, con el ánimo de politizar un episodio que muchos hemos lamentado, también es justo reconocer el derecho que tiene la ciudadanía a saber qué misterios envuelven este inusual acontecimiento.

Porque conozco su trayectoria y su línea de pensamiento en torno a la conducción de la cosa pública, estoy segura de que Danilo no dará su brazo a torcer para impedir que este hecho ni ningún otro manchen su honor y el perfil transparente que ha mostrado desde que asumió la presidencia de la República.
Danilo tiene que aplicar en todos los ámbitos de actuación del Gobierno su advertencia de que defenderá con “uñas y dientes” cada una de sus iniciativas.

Y tiene que hacerlo, porque está moralmente obligado a responder satisfactoriamente a las expectativas que de su liderazgo tiene la inmensa mayoría del pueblo dominicano.

Ningún ciudadano ha de saber mejor que Medina que el dinero del pueblo es sagrado, y que nadie goza de prerrogativa para hacer uso incorrecto de lo que pertenece al Estado.

Siempre que se compruebe cualquier evento que ponga en riesgo la solidez de su imagen, Danilo debe hacer un alto en su indetenible trajín como Presidente, y asestar esos “sablazos” sugeridos por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Poner orden en casa es la petición de un pueblo que anhela justicia en situaciones que afecten de forma directa el bienestar común. Es la petición de un pueblo que cree y quiere seguir creyendo en Danilo Medina. Y es por esto que el Presidente no puede permitir que su gobierno sea mancillado por gente que quizás desconoce su trayectoria política, limpia, diáfana y socialmente comprometida.

La gente exige mayor grado de responsabilidad de los servidores públicos, en quienes depositan sus esperanzas y confianza para regir los destinos de la nación. Danilo tiene un compromiso inquebrantable con la sociedad dominicana, del que sigo confiada en que no defraudará.

Danilo debe cuidarse de la realidad amarga que suelen afrontar los presidentes casi siempre en el último tramo de su gestión. Ojo avizor, Presidente. 

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