Estado facilitador

El aumento de la burocracia, con su creación de “comités” y oficinas públicas, está irremediablemente asociado al crecimiento del Estado. Esto trae consigo una gran capacidad de entorpecer la creación de riqueza.Con demasiada…

El aumento de la burocracia, con su creación de “comités” y oficinas públicas, está irremediablemente asociado al crecimiento del Estado. Esto trae consigo una gran capacidad de entorpecer la creación de riqueza.

Con demasiada frecuencia, las dependencias estatales se convierten en campo de batalla entre emprendedores y empleados públicos. Cuando los primeros intentan abrir un negocio, terminan prácticamente “rogando” por un permiso (“permiso para que se les deje trabajar”, que conste).

En un entorno asfixiante y restrictivo, enfrentan un intenso papeleo, caras largas de burócratas aburridos (o endiosados porque tienen el poder de “resolver”) e interminables retrasos de expedientes.

Este escenario no es solo familiar en la República Dominicana. En Francia y España, el proceso de establecerse es caro y dura varios meses. Su vecino británico, en cambio, permite crear una empresa en 24 horas, por un costo irrisorio.

Demasiados gobiernos en el mundo se han convertido en obstructores del progreso económico. Emerger al amparo de sus leyes y sistemas es absurdamente complicado. Y así lo perciben los inversionistas de fuera.

Suelen ser gobiernos que han perdido mucho tiempo y esfuerzos en políticas asistencialistas (“te doy una fundita” o “te pago mientras estés deprimido en tu casa”) que a la larga no sacan a nadie de la pobreza porque no enseñan a producir absolutamente nada. Son gobiernos que se han olvidado del verdadero motor del desarrollo: aquéllos con ansiedades creadoras, que no miran el reloj y que se arriesgan montando empresas y creando puestos donde se trabaja de verdad.

Estos gobiernos desperdician el talento de sus ciudadanos en funciones burocráticas inútiles. Los tienen llenando papeles o matando el tiempo en lo que llega “la hora”, en vez de estar asesorando inteligentemente a quienes intentan abrir un negocio. (Y que lo que ganen dependa del número de empresas que ayuden a crear).

Deberían de volver su mirada hacia el emprendedor y facilitarle el éxito. Pero en su lugar, siguen dándole la espalda. Como si la prosperidad y el empleo los creara el viento.

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