La tregua navideña

Una tregua siempre es buena. Cualquiera que esté sometido a un fuerte asedio y le conceden un espacio de cero beligerancia o ataques, tiene que acogerlo de buena gana.

Tregua navideña

Estamos de nuevo en tiempo de Navidad, tiempos del nacimiento de Jesús, tiempo de amor y paz. El arzobispo de Santiago, Ramón Benito…

Una tregua siempre es buena. Cualquiera que esté sometido a un fuerte asedio y le conceden un espacio de cero beligerancia o ataques, tiene que acogerlo de buena gana.Aunque los políticos y sus partidos se hayan hecho de la vista gorda, saben muy bien que más que un cese el fuego entre ellos, de lo que se trata es de dar un respiro a la población.

En un año pre-electoral, que de por sí es de campaña, un período de baja intensidad política no daña. Ayuda a bajar ruidos, permite que la gente tenga otros motivos para distraerse. Y especialmente, da oportunidad a los protagonistas de la contienda para un reposo, un alto en el camino que le puede servir para reflexionar sobre el curso de sus proyectos.

La tregua podría ser corta. Quizás no sea ni siquiera necesario declararla. Vendría bien a partir del 15 de diciembre, cuando ya todo el mundo está en son, si no de fiesta, al menos, de paz.

De modo, que a la tregua que ofertó el presidente de la Junta Central Electoral, desde todo el mes de diciembre, se le podría correr unos días, hasta mediados, en atención a que algunos partidos vienen con retrasos y tienen planes en desarrollo.
Total, se sabe muy bien que las navidades también entran en la agenda de los partidos, durante las cuales expresan niveles de solidaridad con los sectores más deprimidos.

Como este tipo de tregua no ha estado concebida sobre la base de un acuerdo formal, sino por la fuerza de la tradición, simplemente cada partido debe bajar la intensidad, más que de sus actos, de los discursos agresivos, y acogerse a la onda de este tiempo.

No se sugiere que lo dejen pasar todo, porque la vida sigue, sino que simplemente entremos a un reposo, moderadamente, hasta después de los Santos Reyes, cuando de nuevo se le empiece a dar “fuego a la lata”.

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Estamos de nuevo en tiempo de Navidad, tiempos del nacimiento de Jesús, tiempo de amor y paz. El arzobispo de Santiago, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, se ha adelantado a pedir la tradicional tregua.

El pedido en años preelectorales suele ir dirigido principalmente a los actores políticos. Con la unificación de las elecciones municipales y congresuales en un mismo año, esperamos que en el futuro las solicitudes de “treguas” sean menos. Hasta hace poco el fenómeno se producía cada dos años.

Esta vez el arzobispo De la Rosa y Carpio se ha dirigido no sólo a los políticos. También les ha hablado a quienes “acosan y agobian” con tanta propaganda. Se queja también de quienes incitan al consumo. Y a los propios medios de comunicación, con sus “noticias”.

“Lo que se quiere es la paz y la alegría, por eso es importante que los medios de comunicación se hagan eco de esa tregua”.

Y tiene razón. El país requiere sosiego. Sosiego de los políticos. Sosiego hasta de los delincuentes, atracadores y asesinos que alteran la paz, y que mantienen a los dominicanos en zozobra. Que la gente sale a la calle y no sabe si llegará a su casa sana y salva, por la acción de los criminales profesionales o los rateros callejeros.

Los propios policías que están en las calles para imponer orden, también necesitan actuar con moderación.

Sí, el país requiere paz. Que cesen tantos ruidos en colmadones, cuyos gerentes y dueños se apropian de las aceras y extienden sus escándalos por toda la vecindad. También de ellos requerimos una tregua.

Sería interesantísimo que por amor a Dios todos nos acogiéramos a una tregua necesaria, que nos acerque a la prudencia, al comedimiento, a la buena forma de vivir.
Sería muy bueno que disfrutemos esa tregua.

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