El criollo y sus colores

Nuestro país, dado al color por su naturaleza tropical y posición caribeña, tiene nombres únicos para algunos: mamey, para el naranja universal. Ante la escasez de arcoíris, recoge los externos, cambia su personalidad original, las particulariza&#823

Nuestro país, dado al color por su naturaleza tropical y posición caribeña, tiene nombres únicos para algunos: mamey, para el naranja universal. Ante la escasez de arcoíris, recoge los externos, cambia su personalidad original, las particulariza y los nacionaliza. Los “cienciólogos” dirían: “la adjetivización cromática”.

Amarillo pollito, para designar el tono brillante y de naturaleza parecida al engendro de la gallina; blanco nevera, sinónimo de pureza, clásico del artefacto refrigerador para conservar alimentos; azul añil, ahora también nombrado azul Bidó, para referirse al que se utilizaba antes para darle acento a la ropa blanca y que el maestro de la pintura utilizaba con peculiar maestría; el negro teléfono, remembranza de cuando el aparato de comunicación (nada inteligente entones) exhibía ese único color; prieto para designar el negro, probablemente originario del portugués; verde botella, con sus variantes que se asemejan a la clásica cerveza Presidente; el verde cotorra, en honor a la “cotica“ criolla; el blanco a empujones, para definir a aquellos que como Michael Jackson, se afanan por alejarse de su color de piel natural; el indio, para definir las infinitas tonalidades que la mezcla de razas ha producido en nuestro país; el canelita, para referirse a la jovencita que de ese crisol de razas, ha “sacado” el tono característico de la mujer criolla; el indio “lavao”, para definir un color más propio de las profundidades del sur, algunos con pelo “bueno”; el “mono juyendo”, “burro mojao” y el “caca de niño” (con su acepción vulgar) son de variable definición. Los dos primeros corresponden a un gris “asigún” y el tercero a un ocre subido, con tonalidades propias de pujos infantiles.

El rojo sangre, diferente al rojo chino, más alegre y contento; el “colorao” que puede ser cualquier tipo del escarlata y el “sanbruesa” para señalar, además del anterior, el color del clásico refresco. Se les pone edad: rosa viejo; el “morao”, que ahora denominan “púrpura” o lila.

Aficionados a los colores, ahora tenemos “alerta verde” cuando el tiempo se “revortea” pero no es grave; alerta naranja: riesgos y peligros posibles; alerta roja: el fenómeno atmosférico “le pue da” a zona, con posibles daños mayores. Confusión que nada tiene que ver con el significado de los semáforos en calles y avenidas y que oficialmente se utiliza, sin explicación a la ciudadanía.

Ahora el importado “Black Friday” o Viernes Negro, con ropaje comercial ha adelantado y multiplicado las ventas que el “doble” tradicionalmente, producía en Navidad, trayendo un descomunal endeudamiento personal y “zafra” para el comercio en general.

Invento gringo que celebrado el día después del de Acción de Gracias, marca el inicio de las compras navideñas y cuyo origen en Filadelfia, nada tuvo que ver con compras y ventas. Celebramos jalouín, San Guívin, el blá fraidei: ¿será que va’nevá aquí? l

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