Año de lecciones y experiencias

A poco menos de un mes del fin del 2015, es tiempo de la evaluación de un año negativo en algunos aspectos, positivo en otros, y con grandes lecciones hacia el 2016 que se aproxima, el cual estará marcado por grandes eventos políticos. En…

A poco menos de un mes del fin del 2015, es tiempo de la evaluación de un año negativo en algunos aspectos, positivo en otros, y con grandes lecciones hacia el 2016 que se aproxima, el cual estará marcado por grandes eventos políticos.

En el lado positivo, la aplicación del plan de regularización de extranjeros en condición ilegal, ha sido el inicio de un largo proceso hacia la institucionalidad de la migración, fundamental para el control efectivo de nuestras fronteras y la defensa legítima de la soberanía nacional. No obstante, la estrategia gubernamental de defensa del país ante los ataques internacionales tuvo importantes baches que en reiteradas ocasiones nos dejaron malparados ante el lobby internacional de Haití.

Hacia lo negativo, los indicadores sociales han dejado mucho que desear. Aunque a principios del 2015 el Ejecutivo planteó su disposición a trabajar en un Pacto Eléctrico, los avances han sido paupérrimos, dejando huérfano un sistema energético con una deuda superior a los US$800 millones con las generadoras, con los consecuentes apagones insufribles en gran parte del país, afectando negocios locales como colmados, salones de belleza, talleres y centros de diversión, es decir, comprometiendo la fuente laboral de la mayoría de los dominicanos.

Las muertes violentas alcanzaron números a lo menos preocupantes: solo entre enero y junio de 2015, se registraron 1114 muertes violentas, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana. Esto es producto de un descontrol del porte y tenencia, y la falta de controles institucionales para emitir permisos.
Por eso es que hemos dedicado 10 años de nuestra carrera legislativa a que se apruebe una nueva Ley de Armas que reemplace a la actual que data de 1965 y que ha quedado obsoleta ante los desafíos actuales. De lo contrario, la carrera la seguirá ganando la delincuencia, el crimen organizado y la inseguridad en la vida de todas y todos.

Pero de las mayores tareas pendientes que tiene nuestro país desde sus inicios es el combate efectivo a la corrupción y la impunidad que tanto afectan los fondos públicos que vienen de los contribuyentes a través de la pesada carga tributaria que mantiene un aumento constante. Es la corrupción que nos trae como resultado el hecho de que a pesar de ser una de las economías más pujantes de la región durante las últimas cinco décadas, seguimos mostrando fuertes deficiencias en los servicios públicos más básicos además de la electricidad que ya citamos como el agua potable, salud y educación.

Permitir que este flagelo continúe es enviar un mensaje funesto a la sociedad de que se puede hacer lo indebido sin que exista sanción alguna. La sociedad ya expresa su fuerte descontento con esta penosa situación y hasta ahora no ha habido respuesta convincente de parte de las autoridades que están llamadas a velar por la pulcritud en la administración pública. Si algo hemos aprendido de la historia es que cuando los pueblos sienten sus legítimas demandas ignoradas por los dirigentes, eso lleva a situaciones de rompimiento institucional. Estamos a tiempo de corregir y prevenir.

A ese nuevo camino hemos intentado contribuir con nuestro más reciente libro “Reflexiones para una transformación en la República Dominicana”, pues creemos con firmeza que reflexionando y debatiendo sobre temas trascendentales, llegaremos a consensos y políticas públicas integrales, para entonces alcanzar el desarrollo sostenible que tanto anhelamos.
Nos vemos en el 2016.

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