La violencia ya es viral

La trágica muerte de Juan de los Santos, con quien solo tuve ocasión de coincidir en lugares públicos e intercambiar saludos, me ha afligido profundamente. No quiero ni pensar en cómo estarán sus seres queridos. Su esposa y sus hijos.Es…

La trágica muerte de Juan de los Santos, con quien solo tuve ocasión de coincidir en lugares públicos e intercambiar saludos, me ha afligido profundamente. No quiero ni pensar en cómo estarán sus seres queridos. Su esposa y sus hijos.
Es una muy triste demostración pública de hasta donde hemos degenerado como personas.

Ahora resulta que cuando nuestro pensamiento o intereses difieren con el del otro o nos vamos en improperios o lo matamos.

Hasta donde hemos perdido todos nuestros valores. O donde se han concentrado nuestros valores. La vida de una persona no se respeta. Ya no.
Los motivos, sean cuales fueran, nunca serán suficientes para justificar el arrebatar la vida a alguien.

Pero esto de matar se está convirtiendo en algo viral. En menos de una semana han ocurrido muertes causadas por arrebatos. Por impulsos, por no tolerar. Por irrespeto.

La muerte de Juan de los Santos y su seguridad son las recientes.
El padre de una exreina de belleza por rozar con su vehículo una yipeta fue ultimado a balazos también por el propietario de esta. Además de los dos muertos en el fin de semana durante las votaciones del PLD. Otra trágica muerte fue la de un ejecutivo de una compañía telefónica.

¿Impulsos, arrebatos, arrogancia, mal humor, ajustes de cuentas? Mentes
desestabilizadas, en todo caso. Concluyo. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Me apena reconocer que resultaría un alivio que nuestros hijos viviesen fuera de nuestro país. Exiliarlos para nosotros poder dormir tranquilos.

Transitar nuestras calles y avenidas es una amenaza para cualquiera. La muerte acecha. El solo hecho de conducir en vía publica a plena luz del día es de por sí una amenaza. Corremos el riesgo de topetarnos con algún aburrido y de un golpe desquitársela con el primero que ve.

Cualquiera en vía contraria o mal estacionado se le antoja sacar un arma y disparar llevándose a su paso la vida de un padre de familia o de un joven universitario o una simple empleada que se dispone a llegar al lugar de trabajo.
Cualquiera porta un arma. Cualquier desalmado irrumpe a un establecimiento, no importa sea público o privado. Cualquiera mata a cualquiera. Estas recientes muertes ocasionadas por personas inestables mentalmente deben llamarnos a reflexión a todos. No solo a los políticos que parecerían ser últimamente el blanco de todo. Todos, sin excepción, deberíamos mirarnos por dentro y cuestionarnos. ¿Qué nos está faltando? ¿Qué está sobrando? ¿Qué debemos retomar? ¿Qué se ha perdido?

No podemos seguir avanzando como si nada estuviese ocurriendo. No debemos permitir que acontezcan sucesos como los de los últimos días. Echarle tierra y seguir el camino como si nada estuviese sucediendo a nuestro alrededor. Estamos mal. Muy mal.

Estamos dando muy malas señales. La sociedad está cada vez más podrida. Que país estamos dejando en herencia a nuestros hijos y nietos. O nos replanteamos como entes sociales o tendremos que trabajar ya no para sacar a nuestros hijos y nietos hacia delante, no. De seguir esta ola de violencia, vamos a trabajar para sacarlos de nuestro país. Solo así dormiremos tranquilos. ¿Adónde hemos llegado? ¿En qué nos hemos convertido?

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