Como siempre, el mundo cristiano le da un sentido a los días finales de cada año con la celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús, ese ser excepcional que movilizó miles de personas por la creencia en un mundo de felicidad por la ruta de la fe, será siempre estímulo para la reflexión. Acerca de cómo y cuánto hemos vivido, y lo que nos resta por vivir. Pero principalmente, cómo podemos actuar para ser mejores teniendo a Jesús como un paradigma.
Jesús es fuente inagotable de inspiración y orientación. Sus palabras se sembraron en tierras fértiles y se multiplicaron por el mundo. No edificó un templo. Ninguna obra material. Sólo la fuerza de su prédica acerca de un mundo nuevo, de justicia, de paz, confraternidad y esperanza.
Por eso, en esta noche en que la familia se reúne, haría bien en invocar las ideas y las enseñanzas de Jesús, en conmemoración de su nacimiento, que celebramos el 25 de diciembre.
Los dominicanos, que hemos tenido un 2015 tan cargado de violencia y rompimientos podríamos concentrar energías en favor de la unión y la paz. Que podamos construir puentes que nos unan y como dice el Papa Francisco: “derrumbar muros”, esos muros que nos separan, que nos dividen.
elCaribe aprovecha este momento precisamente para abogar por la unidad nacional, y especialmente, por el núcleo fundamental que sigue siendo la familia. La familia que hemos conocido desde siempre, la que recoge el hogar formado por una madre y un padre, o por una madre, generalmente con sus hijos. Y por la familia troncar o extendida, que envuelve a abuelos y hermanos.
Si se fortalecen esos vínculos y recogemos el sentido de humanidad y solidaridad bajo la práctica del amor y la tolerancia, quizás podamos multiplicar los valores tendentes a fortalecer la gran familia que constituye la Nación.
Con ese espíritu, el de la unidad, celebramos esta Navidad, y así queremos compartirlo con nuestros lectores y colaboradores.
