Balance de políticas económicas de 2015

El 2015 ha sido un año de pocas novedades. Se repite la historia de la última década en la que se combina una robusta tasa de crecimiento económico con una baja inflación, un precario desempeño exportador, una tasa de desempleo que se mantiene&#8230

El 2015 ha sido un año de pocas novedades. Se repite la historia de la última década en la que se combina una robusta tasa de crecimiento económico con una baja inflación, un precario desempeño exportador, una tasa de desempleo que se mantiene tozudamente elevada, unos indicadores sociales que mejoran pero muy lentamente, y un prolongado desbalance fiscal que amenaza con llevarnos a un ajuste violento y doloroso.

Fue un año más en que el país se quedó esperando reformas de calado que contribuyan a que el crecimiento genere más y mejores empleos, a que el aparato productivo pueda competir en los mercados internacionales, a transformar la educación y el sistema de salud, y a que el fisco sea más sostenible, endeudándonos menos y gastando con eficacia y eficiencia en las cosas que son importantes.

El crecimiento para todo el año terminará siendo superior al 6.5%. Aunque las estimaciones del PIB han generado entendibles dudas en la opinión pública en los últimos años, hay que convenir en que, independientemente de su precisión, 2015 ha sido un año de dinamismo económico. Así lo sugieren otras estadísticas vinculadas al crecimiento y que no son estimaciones sino registros.

Por su parte, igual que el año pasado, los precios crecieron a una tasa muy baja. Probablemente la inflación anual cierre en menos de 2.5% respecto a 2014. La caída en los precios del petróleo y una política monetaria bastante restrictiva explican este desempeño. Desafortunadamente, esto tiene una dimensión negativa: esa política monetaria ha implicado una tasa de interés real elevada y por lo tanto un crecimiento de la inversión menor al deseable y al posible. ¿Acaso no hubiese sido mejor tener una política monetaria más laxa que llevara a una tasa de interés más baja que viabilizara inversiones con impactos relevantes en el empleo aún a costa de un poco más de inflación?
La caída del precio del petróleo ha sido un gran alivio en este año pero, desdichadamente, la buena suerte no ha sido aprovechada, y no se han capitalizado los beneficios de esa reducción porque los ahorros en el subsidio a la energía no se han invertido en resolver el problema de fondo del sector eléctrico: la distribución y la comercialización. Por el contrario, se continuó insistiendo en las plantas a carbón y, de forma poco transparente se usó el subsidio “sobrante” para cubrir el faltante de financiamiento de un proyecto que no ataca las raíces del problema.

El Gobierno ha reclamado que la pobreza se ha reducido sensiblemente, pero estadísticas relacionadas cuentan otra historia. En un período de crecimiento económico, es natural que la pobreza se reduzca pero difícilmente lo haga en las dimensiones que indican las estadísticas oficiales. El escepticismo generalizado de la gente común pero también de entendidos aconseja una discusión pausada del tema.

Los defensores de la política pública hablarán de educación. Pero hasta ahora el Gobierno sólo puede mostrar aulas, y aún allí hay fuertes rezagos, problemas de calidad en la infraestructura y corrupción. El tema de la calidad en la enseñanza y el aprendizaje sigue pendiente. Si se han hecho esfuerzos, no se ven. La atención pública debe girar hacia allá, demandando y acompañando. La tanda extendida es una oportunidad pero está lejos de ser sinónimo de calidad.
En el tema de salud y seguridad social hay dos logros concretos que destacar: la expansión de la afiliación al régimen subsidiado y el robustecimiento del plan básico de salud. Además, finalmente se creó el Servicio Nacional de Salud que debería contribuir a transformar la gestión de los centros de salud públicos. Pero en general, la salud pública sigue siendo un desastre.

Las intervenciones a favor de las pequeñas empresas y el agro también son reclamados como éxitos. Como en años anteriores, la atención a estos sectores ignorados por décadas es positiva, pero en 2015 no se avanzó mucho más, y siguen siendo de alcance limitado. Continúa pendiente rebasar los limitados confines de éstos para articular una nueva política de desarrollo productivo, tanto agropecuaria como industrial y de servicios.

Por último, en lo fiscal, poca cosa cambió respecto a 2014. El Gobierno llevó la situación deficitaria hasta el octavo año consecutivo, el endeudamiento público se mantuvo en alza y la transparencia fiscal continúa siendo una tarea pendiente.

El próximo año no parece que será muy distinto, y habrá riesgos adicionales, pero eso amerita una discusión separada.

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