523 años después

El 4 de noviembre del año pasado, la experta en dengue de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Anabell Alfaro, se quejó amargamente de los fracasos de República Dominicana en el manejo de esa enfermedad, que para ella debe ser una materia&#

El 4 de noviembre del año pasado, la experta en dengue de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Anabell Alfaro, se quejó amargamente de los fracasos de República Dominicana en el manejo de esa enfermedad, que para ella debe ser una materia del primer nivel del sistema de salud y aquí se ha convertido en algo sofisticado, elevado a la infectología. Dijo: “Una de las cosas que no he podido hacer en mi vida es lograr que aquí se baje la mortalidad… yo espero no morirme sin ver este sueño realizado. Sinceramente, tengo tantos años de venir aquí y cada vez que vengo me voy más triste”.

Esas palabras dieron tanto de qué hablar, y ahora las propias autoridades nacionales patrocinan la presencia de un dominicano, director del departamento de Enfermedades Infecciosas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que les diga a los alcaldes y demás responsables municipales algo tan elemental: deben recoger la basura para evitar la propagación de enfermedades.

Nada refleja mejor a la sociedad dominicana que su discapacidad para manejar la basura, desde la llegada de los españoles, pese a su valor como materia prima para producir abono o energía.

Esta vez la basura ha cobrado notoriedad por la amenaza del zika, que ya está en Haití y en otras 14 naciones de la región, y los especialistas locales afirman que su presencia aquí es cuestión de tiempo.

Frente al zika, un grupo de especialistas ha observado que la acumulación de basura no sólo propicia la propagación del dengue y la chikungunya, sino otras enfermedades, como las gastrointestinales, leptospirosis, asma, etcétera. Por cierto, el dengue llevó a la tumba el año pasado a 103 dominicanos y la chikungunya infectó a más del 70 por ciento de la población, con saldos trágicos.

Pero no vamos a dejar que todo esto nos haga concluir catastróficamente. El terror mortal desatado por el zika parece que arrastrará virtuosamente una cosa buena: República Dominicana podría empezar a entender la cosa y quizás aprenda a lidiar con la basura, después de 523 años de duro batallar.

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