Nostalgia

Ser de mi generación significa haber vivido cosas que los más jóvenes, como mi hija veinteañera, parece nunca vivirán. Hago un ejercicio de nostalgia y puedo recordar cómo era hasta hace unos años nuestro país, específicamente en lo tocante&#8230

Nostalgia II

En nuestro texto de la semana pasada, recordamos la participación del artista Polibio Díaz en la IX edición de la Bienal de La Habana, Cuba.

Nostalgia

Hace ya buen tiempo que concluimos nuestros estudios en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Cuba, luego de ello hemos procurado continuar con  nuestra formación. En esta etapa en que cada semana podemos dirigirnos a un público considerado

Ser de mi generación significa haber vivido cosas que los más jóvenes, como mi hija veinteañera, parece nunca vivirán. Hago un ejercicio de nostalgia y puedo recordar cómo era hasta hace unos años nuestro país, específicamente en lo tocante al fenómeno de la delincuencia. Ha alcanzado tal dimensión que ya es uno de los principales problemas nacionales. Antes era impensable citar la delincuencia como razón para dejar el país, hoy eso se ve. La inseguridad ciudadana es ahora tema de primer orden pero antes la gente no vivía temerosa y recelosa, no era de rigor enrejar puertas, ventanas y balcones. ¿Tiempos que se fueron para nunca más volver? ¡Qué diferencia hay entre aquella tranquila República Dominicana y la de hoy!

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En nuestro texto de la semana pasada, recordamos la participación del artista Polibio Díaz en la IX edición de la Bienal de La Habana, Cuba. Nos faltó resaltar que todo ello no hubiese sido posible sin el apoyo de un equipo de colaboradores, entre los que destacan la reconocida y multifacética Amparo Chantada, los artistas Ignacio Alcántara y Patricia Pou, y la poeta Chiqui Vicioso.
El propio Polibio comenta en una entrevista que le hicieran que: “Cuando leí la noticia en la prensa sobre la construcción de la isla no lo podía creer, entré en shock, se están calentando los océanos. Era el colmo de la privatización. Mi pieza parte de la premisa de que para comunicarse hay que hablar el mismo idioma, …”. Y, traemos todo esto a colación, porque la Vigésima Séptima Bienal Nacional de Artes Visuales se está repartiendo como un gran pastel, más aún, no estamos hablando el mismo idioma, pero sobre todo, no se está pensando en colectivo, sino en intereses particulares.

Con sus limitaciones, entendemos que el Museo de Arte Moderno ha procurado hacer las cosas lo mejor posible, el que entienda que se puede hacer mejor, lo que debe hacer es dirigirse a la dirección de la institución con una propuesta formal. Aprovechemos ahora que el Ministerio de Cultura ha presentado una convocatoria a nivel nacional para la elaboración de proyectos.

Por otro lado, volviendo a la pieza del artista Polibio Díaz, es justo que el pastel sea cada vez más grande a tal suerte que cada día más podamos disfrutar de él. Con esto nos referimos a que en próximas bienales, el Museo de Arte Moderno podría considerar la posibilidad de que haya mayor participación. En este sentido, se podrían vincular galerías, centros culturales y hasta calles de la ciudad que puedan ser intervenidas por los artistas. De hecho, el propio perímetro central podría convertirse en espacio para la Bienal. Continuará

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Hace ya buen tiempo que concluimos nuestros estudios en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Cuba, luego de ello hemos procurado continuar con  nuestra formación. En esta etapa en que cada semana podemos dirigirnos a un público considerado de la población nacional y hasta internacional, viene a nosotros la nostalgia. Sí, esa que se apodera de nuestro ser e incide a tal punto que nos hace despertar recuerdos que han marcado nuestro proceso de desarrollo, en este caso como profesionales.

Ahora que se presenta la vigésima séptima edición de la Bienal de Artes Visuales de Santo Domingo, nos ha dado por revivir aquel momento. Un día en la universidad, en el marco de la IX Bienal de La Habana, coincidimos con un grupo de artistas dominicanos, entre los que se encontraban Limber Vilorio quien probablemente me vea por ahí y ni se acuerde, pero hay uno con quien siempre he estado en contacto de una forma u otra, ese es Polibio Díaz. Pues él es de esas personas que cuando se encuentra fuera de la media isla, se convierte en un detector de su nacionalidad, al punto de que suele incluir a los afortunados en sus proyectos artísticos.

Así ocurrió en esa edición de la Bienal de La Habana en que hasta el chef del hotel en que se hospedaba Polibio, resultó ser dominicano y terminó colaborando en una performance que se presentó en aquel entonces que consistía en la puesta en escena de una maqueta del malecón de Santo Domingo en la que descansaba sobre el mar Caribe un gran pastel que representaba la isla artificial que se pensaba construir, a la que acompañaba un corto de la película El Padrino donde un grupo se repartía en sentido figurado la isla de Cuba como si fuese un gran pastel, al final un Dazón permitió ver bailar a la poeta Chiqui Vicioso con el artista. Todo ello constituyó una denuncia social que devino de varios pronunciamientos de varios sectores de la sociedad en contra de la pretendida isla que se quería construir. Continuará.

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