Los stents, herramientas para tratar afecciones gastrointestinales

Las endoscopías avanzan a pasos de gigante. Además de recurso de diagnóstico sirven para corregir anomalías y prolongar la esperanza y calidad de vida gracias a una nueva generación de stents que se emplean en las vías digestivas.

Las endoscopías avanzan a pasos de gigante. Además de recurso de diagnóstico sirven para corregir anomalías y prolongar la esperanza y calidad de vida gracias a una nueva generación de stents que se emplean en las vías digestivas.

Los stents –tubos plásticos o de metal que liberan obstrucciones— surgieron como herramientas para tratar los problemas biliares. Actualmente se usan también en el intestino delgado, el duodeno, el esófago y el colon, según explica el doctor en medicina Eugenio Hernández, especialista del Gastro Health del Baptist Hospital de la ciudad de Miami, egresado de la Escuela de Medicina de la Universidad Duke, en Carolina del Norte.

En entrevista exclusiva para elCaribe, Hernández explica que los stents biliares son usados en condiciones benignas y malignas. Son un paliativo para quienes padecen cáncer avanzado o pacientes con otras patologías que no califican para cirugías. De este modo se evitan las obstrucciones y las ostomías -vaciado en una bolsa externa- pueden prevenirse. En casos de cáncer de estómago se utilizan los stents permanentes.

Hernández, cuya especialidad en endoscopía biliar la realizó en el Centro Médico Suroeste, en Dallas, de la Universidad de Texas, dice que también se benefician de esta técnica personas con colangitis, piedras o purulencias en el conducto biliar, estados de sepsis, típicamente ictericia.

“A una persona en condiciones inestables con una piedra o cálculos grandes se le instala un stent plástico para drenar el conducto, eliminar la infección y luego extraer la piedra, dice.”

En personas jóvenes con status médico favorable los stents son herramientas idóneas como tratamiento previo a la cirugía que ofrece resultados permanentes. Los stents definitivos operan como paliativos en los casos de tumor del páncreas y en los de estrechez del conducto biliar.

Nacido en la ciudad norteamericana de Indianápolis y residente miamense desde los dos años de edad, el doctor Hernández destaca que la endoscopía biliar requiere de un entrenamiento especial y apenas un 20 a 25 por ciento de los gastroenterólogos la hacen.

Ese porcentaje baja con los años por el uso masificado del MRI (resonancia magnética), examen que permite realizar diagnósticos de los conductos biliares. “Desde el punto de vista de los stents creo que además de ser algo paliativo para el individuo, hacen posible tratar a pacientes con diferentes problemas sin necesidad de usar la cirugía como recurso. Una persona que llega a la consulta con una obstrucción gástrica, o del colédoco o del colon tiene la opción del stent y no necesariamente la de operarse”, indica.

Con ellos los médicos tienen una opción no quirúrgica tanto en casos paliativos como puentes a otros tratamientos. Este es el gran avance de los stents, puntualiza.

Hernández explica que uso es más común “porque hay más opciones desde el punto de vista del diámetro, si son de metal, removibles, permanentes, de la manera en que se pueden poner, de abrir, de dejarlo en posición. Algunos son cubiertos para evitar que el tumor crezca dentro del stent”. Todo eso hace que el médico se sienta más cómodo con el procedimiento.

Los avances facilitan la labor de los especialistas, que pueden obrar con mayor efectividad y han convertido las endoscopías en técnicas mínimamente invasivas y muy certeras. Las endoscopías digestivas altas y las bajas permiten investigar condiciones del esófago, duodeno, estómago, intestino delgado y colon; el llamado esófago de Barret, la enfermedad de Crohn, la acidez, las úlceras, las infecciones por la Helicobacteria-pylori, el reflujo gástrico hasta el cáncer.
El doctor Hernández se refiere también a las colonoscopías, cuándo y en cuáles circunstancias deben hacerse.

En personas de riesgo normal sugiere hacerla cada diez años a partir de los 50 años de edad. “Ahora bien, si hay riesgo de cáncer familiar, típicamente de padre, hermano o hijo, se recomienda diez años menos que la edad del que la padeció en la familia. Por ejemplo, si tú papa padeció a los 50, pues debes hacerte la primera a los 40. ¿Porque diez años? Porque es el tiempo típico de un pólipo pre maligno progresar a un cáncer. Sería entre siete a diez años”, dice Hernández.

Eso sería como prevención, “cuando hay pólipos ya no es preventivo ya es vigilancia. Los pólipos adenomatosos son riesgosos a cáncer de colon, los hiperplásicos no. Con rara excepción. Los pólipos adenomatosos sí requieren colonoscopía con cierta frecuencia. Lo que típicamente se recomienda, si se encuentran en una primera colonoscopía entre 5 a 10 pólipos, es repetir al año, si al año se encuentra uno o dos chiquititos, repetir cada cinco años. Eso cambia si hay alguna patología preocupante en alguno de los pólipos. O si la persona no estuvo bien preparada. Si cada tres años le salen pólipos es porque la limpieza no se hizo bien. No le sacaron por completo, porque no crecen tan rápido”, puntualiza el galeno.

Endoscopía superior

Una endoscopía superior muy raro que se recomienda como prevención “ con excepción de personas que tienen familiares con cáncer determinado por una evaluación genética, que define que la persona tiene cierto tipo de mutaciones que están en riesgo de padecer cáncer de tracto superior o inferior, del colon, pero esos son casos muy raros, se hace a modo preventivo”.

El otro caso, una persona con reflujo crónico, típicamente hombres, más de cinco años, continuos o frecuentes, fumadores y obesos. Esa combinación de ese patrón de pacientes está en alto riesgo de padecer una condición que se llama esófago de Barret, y aunque benigna, presenta riesgo para una displasia o condición pre maligna del esófago; en ese caso esa persona puede desarrollar cáncer de esófago. En ese grupo específico se recomienda la endoscopía superior como algo preventivo, para evaluar la mucosa y determinar si hay un esófago de Barret, y se hace una biopsia. Si hay displasia, ya entra en un modo de tratamiento y evaluación más completa.

Avance
La Colangiopancreatografía Retrógrada Endoscópica (ERCP, como se conoce por sus siglas en inglés) es otro avance endoscópico que permite llegar a zonas antes poco accesibles del aparato digestivo y la vía biliar.

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