Repudiamos la violencia policial

El equipo humano de elCaribe está profundamente indignado por la agresión de que fue objeto el reportero gráfico Danny Polanco, un joven que sólo sabe trabajar disciplinadamente. Cuando fue impactado por los perdigones de una escopeta manipulada&#8230

El equipo humano de elCaribe está profundamente indignado por la agresión de que fue objeto el reportero gráfico Danny Polanco, un joven que sólo sabe trabajar disciplinadamente. Cuando fue impactado por los perdigones de una escopeta manipulada por un policía, no podía imaginar que su dedicación le ocasionaría un daño. Ahora está interno en un centro hospitalario con riesgo grave sobre su salud visual.

Condenamos enérgicamente esta agresión policial durante las acciones represivas contra estudiantes de la UASD.

La patrulla que le disparó a Danny lo hizo de manera expresa, como si pretendiera matarlo. Cobardemente, los policías se parapetaban en sus propios miedos, detrás de un poste del tendido eléctrico, y como si gozaran su acción, uno de los actuantes ríe con dejo de burla.

Nada diferente a los parámetros ofensivos con que se manejan los policías dominicanos: entrenados para matar. Ya hemos visto las historias envueltas en los “intercambios de disparos”.

Si hubiese sido otra la víctima, probablemente ya la jefatura de la Policía estuviera hablando el mismo lenguaje. Pero Polanco, que sólo cumplía con su trabajo, con una cámara en la mano, que se asumía protegido detrás de una pared de blocks calados, recibió el impacto de los perdigones.

Estos hechos confirman que el ejercicio del periodismo sigue siendo inseguro en una democracia donde la ley la imponen policías que se creen con licencia para matar.

Reclamamos sanciones contra el policía o los policías agresores. Pero la autoridad también debe revisar bajo qué código de conducta opera quien ordena disparar tan alegremente.

El general Francisco Rommer López, director Regional del Distrito Nacional, debe explicar por qué los hombres bajo su mando actúan de esa forma. Hay que subrayar que estos no son los primeros actos desproporcionados de sus agentes.

Esto ocurre porque no existe autoridad clara en múltiples niveles, ni en la UASD, ni entre quienes se suponen responsables de la seguridad y el orden, ni en el mismo gobierno que no termina de jugar el papel garantista que la sociedad espera.

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