Nuestro carnaval de febrero

Febrero, denominado oficialmente mes de la Patria, por razones obvias, es también tiempo de “macaraos”, porque nuestros carnavales tienen lugar, coincidiendo con la celebración de la independencia. Las fiestas de carnaval regularmente se realizan&#8

Febrero, denominado oficialmente mes de la Patria, por razones obvias, es también tiempo de “macaraos”, porque nuestros carnavales tienen lugar, coincidiendo con la celebración de la independencia. Las fiestas de carnaval regularmente se realizan antes de la Cuaresma: “periodo de cuarenta y seis días, desde el miércoles de ceniza hasta la víspera del domingo de Resurrección, en memoria de los cuarenta que ayunó Jesús en el desierto”.

Carnaval es catarsis, purificación, representación de las pasiones humanas donde se emigra hacia otras formas de personalidad, con licencias de permisividad. Celebración pagana de raíces lejanas que la remontan a más de 5,000 años. Fiesta antes de primavera que supone limpieza de la casa y del alma y las ropas viejas a botar sirven de vestidos a los personajes que salen a la calle a celebrar.

Con la costumbre de cambiarlo todo, el carnaval dominicano culmina el último fin de semana de febrero. Colorida tradición de alegres desfiles y bullanguera lluvia de confetis y serpentinas, pitos, redoblantes y tambores, música diversa, caretas, espejitos y cintas de colores, vejigas y antifaces, salpicada de toda la creatividad e ingenio popular.

Evolucionado, La Vega y Bonao compiten por el turismo interno, de manera tradicional por su celebración. El Diablo Cajuelo o Cojuelo, caracteriza el personaje por excelencia de esta tradición festiva casi universal.

El nuestro es un personaje que se desplaza aterrorizando y golpeando con un racimo de vejigas de animales, curadas, en loca persecución a la muchachada, a los adultos participantes y espectadores. Personaje, con traje de luces y coloridas cintas y lentejuelas, lleno de espejitos de fantasía y con ingeniosas caretas de cuernos multicolores.

Cuentan que es un demonio travieso y juguetón al cual el mismo diablo arrojó a la tierra, y al caer se lastimó una pata, quedando cojo o “cojuelo”. A esa procesión de personajes tradicionales contribuye el “Roba la Gallina”, rememorando al ladrón de esas aves que era condenado a pasearse embadurnado de brea y lleno de plumas. Este pide para sus “pollitos” mientras le cantan: “roba la gallina, palo con ella… Califé, poeta criticón de frac negro y gran sombrero seguido de un coro y “Se me Muere Rebeca”, acompañado de una muñeca de trapo que representa a la hija enferma.

“Los africanos” embadurnados de carbón y aceite “quemao”; “La muerte” con guadaña tropical; “El Papelón”, mujer con amplio busto y descomunal trasero que el coro que le sigue trata de quemar; Los “Alibabas” de Macorís, los Marimantas de Hato Mayor, los Platanuses de Cotuí. De Montecristi los Toros y Civiles que se baten a fuetazos.

Sin carnaval en avenidas de la capital se desplaza un sujeto “forrao en cabuya” con careta de gorila de grandes colmillos que semeja un gran mono albino, que en busca de unos pesos corre el riesgo de “morise afisiao de la calol”. Y tú, ¿de qué te va’difrazá”? l

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