Principio y fin

Ayer fue un día extraño en el escenario laboral del país. Dos acontecimientos de inusual coincidencia le dieron ese toque poco común, de extrañeza.

Ayer fue un día extraño en el escenario laboral del país. Dos acontecimientos de inusual coincidencia le dieron ese toque poco común, de extrañeza.Por un lado los médicos y demás personal de apoyo iniciaron un paro de labores en los hospitales públicos, en reclamo de aumento salarial y mejoras hospitalarias, y por otro lado los profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) iniciaron la docencia tras casi tres semanas de huelga en reclamo de aumento de sueldo.

Inicio y fin de huelgas en el sector público no son comunes simultáneamente.
Incluimos a los profesores de la UASD en la categoría de empleados públicos porque aunque están regidos por el Código Laboral, la academia donde laboran es estatal y recibe fondos del Presupuesto Nacional. Los médicos que laboran en los hospitales públicos son, sin ninguna duda, empleados estatales.

Los profesores de la UASD y los médicos de los hospitales públicos, como todos los empleados, tienen derecho a aspirar a una mejor paga. Pero por las funciones que ejercen ambos grupos, los métodos de reclamos que utilicen deben ser lo menos traumáticos, pues el accionar de cada uno de esos grupos tiene un gran impacto en la población más carenciada.

A la UASD van los estudiantes pobres, los que no tienen otra vía para alcanzar la educación superior. Con la fama de uso ineficiente del tiempo que tiene la academia, difícilmente un estudiante con opciones diferentes acuda a la universidad estatal. Por eso los profesores deberían ser más flexibles en sus métodos de reclamos de aumento salarial, que por cierto es uno de los más elevados del mercado.

Los médicos que iniciaron ayer una huelga general han actuado también poniendo sus intereses particulares por encima de los colectivos, que son la salud de los pobres. ¡Vaya coincidencia!

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