Theopoética de Tulio Cordero

Pocos autores dominicanos han recibido el espaldarazo crítico de Tulio Cordero, autor de varias obras en las que cultiva el misticismo poético. Bruno Rosario Candelier, Fausto Leonardo Henríquez, Ramón Antonio Jiménez, Roxana Amaro y Juan Santos&#823

Pocos autores dominicanos han recibido el espaldarazo crítico de Tulio Cordero, autor de varias obras en las que cultiva el misticismo poético. Bruno Rosario Candelier, Fausto Leonardo Henríquez, Ramón Antonio Jiménez, Roxana Amaro y Juan Santos reflexionan desde sus diferentes percepciones en el opúsculo Theopoética de Tulio Cordero: Homenaje al sacerdote y poeta interiorista.
Para Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Legua, la lírica del homenajeado conjuga la tradición mística cristiana con la naturalista, viendo a Dios en fenómenos “como el rocío, la paloma, las cigarras, las espigas, la noche, la sombra, el viento”, para alentar una concepción espiritual que “humaniza cosas y elementos”.

Una posición que podría resultar polémica es la de Leonardo Henríquez al valorar la cualidad de Cordero en el manejo de la palabra como recurso poético. “La palabra no es la herramienta para la construcción del poema, sino lo que late en ella, la poesía”, expresa, lo que viene a ser una respuestas a los que promueven la palabra como un valor per se en literatura. La poesía no se hace de palabras, aunque sí con palabras, como repetía don Federico Henríquez Gratereaux.
En su abordaje crítico, Jiménez plantea que Cordero, como “todo místico, es poeta, sonoro o silente, pero poeta, en cuanto su sensibilidad le vincula y le permite ser Uno con las cosas”.

La exégeta Amaro refuerza su comentario con un epígrafe de Pascal sobre la condición del hombre en la naturaleza: “Nada, con respecto al Infinito. Todo, con respecto a la Nada. Un intermedio entre la Nada y el Todo”. Y concluye en que la poesía de Cordero “me hace acercarme a la Caridad, al Gozo y a la Paz”.
Justo es concluir con la valoración de Santos al afirmar que el poeta “nos presenta una mirada mística de un Dios que todo lo habita”, acercándose “al encuentro con nuestro yo”. Una publicación del Ateneo Insular.

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