Salud dice atención en emergencia es un asunto de derecho

La ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, dijo ayer que la atención de emergencia a pacientes en estado crítico es un tema de ley y de derecho que no está en discusión, porque no estabilizar a los pacientes en un centro de salud carece&#8230

La ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino, dijo ayer que la atención de emergencia a pacientes en estado crítico es un tema de ley y de derecho que no está en discusión, porque no estabilizar a los pacientes en un centro de salud carece de justificación.

La funcionaria afirmó que se trata de un derecho fundamental de las personas contenido en la Constitución de la República y que además se trata de una obligación dispuesta por la Ley General de Salud (42-01).

De esa manera, la ministra aseguró que avanza a buen ritmo la investigación dispuesta a raíz de la muerte del excombatiente guerrillero Claudio Caamaño Grullón, para determinar si el deceso está vinculado a la no estabilización que requería el paciente tras sufrir un accidente en que resultó con politraumatismos y que esta eventualidad es pasible de sanción legal.

“En cumplimiento de su rol como ente rector del Sistema Nacional de Salud de la República Dominicana el Ministerio de Salud realiza la investigación que corresponde para que la sociedad tenga una respuesta justa, que permita establecer responsabilidades”, advirtió este lunes la doctora Altagracia Guzmán Marcelino.

Dijo que los resultados de la investigación del Ministerio de Salud serán dados a conocer y si evidencian que hubo falla en el servicio el o los responsables tendrán que dar la cara ante la instancia competente.

Tras recibir informe sobre los avances de la investigación que realizan los viceministerios de Calidad y de Salud Colectiva, que dirigen los doctores Neftalí Vásquez y Nelson Rodríguez Monegro, respectivamente, la ministra dijo esperar muy pronto la pesquisa completa. En la reunión participó el doctor José Puello, director de Gestión de la Salud de la Población.

La investigación que realiza el Ministerio de Salud involucra temas tales como el estado en que llegó el paciente a los tres centros de salud adonde fue llevado en procura de servicios, el tiempo que estos duraron para darle la atención requerida; la aptitud y actitud del personal y la capacidad resolutiva de los recursos tecnológicos destacados en las áreas de emergencias de dichos centros.

La pasada semana, la Dirección del Centro de Diagnóstico y Medicina Avanzada (Cedimat) informó que a su llegada al lugar Claudio Caamaño fue evaluado por ellos y que lo refirieron a otra clínica “en condición estable” y que no lo recibieron como paciente porque no tenían disponibilidad de camas.

El excombatiente, que había sufrido un accidente de tránsito en la tarde del domingo 20, murió la madrugada del martes.

Su hijo, Claudio Caamaño Veloz, denunció que antes de su padre morir en la unidad de cuidados intensivos del Centro Médico UCE le fue rechazada la atención en cuatro centros de salud, los cuales no identificó. Sin embargo, se quejó de que su pariente no recibió los cuidados médicos necesarios.

“Debido a su condición, este debía ser ingresado en una Unidad de Cuidados Intensivos; en ese momento no teníamos disponibilidad de camas, por lo que gestionamos trasladarlo a otro centro de la capital tras asegurarnos que sí tuvieran disponibilidad en su Unidad”, detalla la clínica en un comunicado en el que explica que todo el trámite ocurrió con el consentimiento de los familiares del paciente. “Caamaño, al llegar a nuestro centro fue evaluado y se refirió a una clínica en condición estable. El paciente llegó a nuestra Emergencia el domingo 20 de marzo a las 9:19 p.m., después de sufrir un accidente de tránsito en horas de la tarde, causándole múltiples traumas”, informó la clínica.

“Mi padre, mi mejor amigo, mi ejemplo, mi líder”

Mi padre, además de mi padre, fue mi mejor amigo, mi líder, mi guía. La persona que más admiraba en todo el mundo. Mi consejero, mi apoyo, mi confidente. Me queda la satisfacción de que muchas veces le dije lo que él era para mí, y lo mucho que lo quería.

Como hijo, me duele haber perdido a mi padre, pero como dominicano me siento aún más triste al despedir a un ser humano que amó tanto a su país, que hasta sus últimos suspiros no dejó de luchar por una mejor realidad para los que habitamos esta República Dominicana.

Se ejercitaba todos los días, se alimentaba de manera saludable, se esforzaba por mantenerse física y mentalmente sano, con el propósito de estar en condiciones de poder seguir sirviendo a su patria. En nuestras conversaciones siempre estaba presente nuestro país.

Al ver a mi padre dentro del ataúd con su uniforme y sus insignias (las mismas que usó en la Revolución de 1965), y sentir sus manos, aún suaves pero frías, una mezcla de satisfacción e indignación me recorría el alma. Satisfacción por saber que mi padre murió manteniendo inquebrantables sus principios, que luchó sin descanso, que nada de qué arrepentirse dejó detrás. Indignación por la forma absurda e innecesaria en que murió, que nunca debió ocurrir de haber recibido las atenciones médicas oportunas y de calidad que él y cualquier otra persona merecía.

Mi padre, su presencia física, se va, pero nos deja un bello ejemplo, uno de los más bellos ejemplos de entrega y amor por su pueblo. Puso su vida en riesgo tantas veces, y tantas veces más la hubiese puesto. Nunca pasó factura, ni mucho menos tomó vacaciones en la ardua tarea de construir un mejor país.
Vivió su vida de manera humilde, nunca se sintió más importante que nadie, ni menos que nadie. Nos dio cátedra de igualdad con su ejemplo. Miraba a la gente de frente y a los ojos. Siempre con una sonrisa, siempre, sin importar el momento ni las circunstancias.

La mayoría de las personas le conocieron por ser un hombre valiente y decidido. Un soldado de la patria, un comandante revolucionario, un guerrillero. Pero tal vez muchos no conocían esa faceta más íntima de ser humano cariñoso. El ser más cariñoso que he conocido en toda mi vida. Hablábamos al menos tres veces al día, y cada vez nos despedíamos con un beso y un te quiero. Jamás me negó su apoyo, siempre podía confiar en él.

Mi padre se sentía muy orgulloso del pueblo dominicano, que ningún sacrificio por él era demasiado. Nunca se sintió arrepentido de haberle dedicado sus energías, de haber perdido a sus compañeros de lucha, de haber sacrificado tiempo con su familia para ofrecerle una mejor realidad a nuestro pueblo. Si una sola cosa mi padre pudo irse lamentando fue no haber podido dar más de él para este país. Y esto último, no fue por su culpa.

Gracias por las sobradas muestras de cariño y solidaridad. Han demostrado que este pueblo sí tiene memoria, que sí valora a los que luchan por él.

La muerte de mi padre renueva mi compromiso con este país. La mejor forma de honrar su memoria es continuar su ejemplo, no de forma teórica o poética, no; su ejemplo de vida, su ejemplo de obra, su ejemplo de acción.

Ley obliga a brindar los servicios de emergencia

La Ley General de Salud 42-01, del 10 de marzo del año 2001 obliga a los hospitales y clínicas a atender los casos de emergencias que se les presenten, a la vez que establece sanciones para los centros de salud que se nieguen a prestar dichos servicios. De acuerdo con el Capítulo IV de la Ley, titulado “De los Derechos y Deberes en Relación a la Salud”, en su sección única denominada “De los Derechos, Obligaciones y Responsabilidades de la Población en relación a la Salud”, en el Artículo 28, sección B, se establece que la población tiene derecho “a la atención de emergencia en cualquier establecimiento del Sistema Nacional de Servicios de Salud”. Asimismo, con relación a las competencias y sanciones a las disposiciones de la Ley General de Salud, el artículo 153 establece sanciones de multas de entre uno y 10 salarios mínimos a “La violación de los derechos de la población establecidos en el Artículo 28”.

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