Cunicultura: una actividad que sigue creciendo en el país

En República Dominicana el consumo de conejo es cada vez mayor y desde el exterior –en naciones como España- los confeccionistas de pieles ponen el ojo en este territorio, al que consideran atractivo para adquirir esa parte del animal.

En República Dominicana el consumo de conejo es cada vez mayor y desde el exterior –en naciones como España- los confeccionistas de pieles ponen el ojo en este territorio, al que consideran atractivo para adquirir esa parte del animal.Los dominicanos tienen granjas de conejos principalmente en el Sur, el Suroeste, y en el Norte. Hay crianza en Barahona, Santo Domingo, San Cristóbal, Monseñor Nouel, La Romana, Hermanas Mirabal, Espaillat, Valverde, San Juan de la Maguana, Bahoruco, Samaná, Monte Plata y San Pedro de Macorís.

Los pasos dados por los cunicultores apuntan a fortalecer la actividad y a hacer de ella un negocio cada vez más rentable. En cada una de las provincias citadas se han formado asociaciones para juntar a quienes incursionan en el ramo y cada una de ellas ha conseguido financiamiento del Gobierno a través del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario. En total, de acuerdo con estadísticas ofrecidas por la institución a este diario, el Gobierno respalda económicamente a 31 proyectos, a los que de manera global les ha entregado RD$1,983.3 millones como parte de un financiamiento global aprobado de RD$2,332.4 millones.

Con esos recursos se han beneficiado 4,386 personas y se han creado 2,984 empleos directos, de acuerdo con los cálculos oficiales. A mediados del año 2014 República Dominicana contaba con una población cunicular de 7,000 madres, registrada en ese momento en la Asociación Nacional de Cunicultores. De la población total, San Cristóbal aportaba 3,400 madres. La producción anual era de 122,500 libras de carne frente a una demanda de 3.5 millones de libras a nivel local. Es decir, que había un déficit anual superior a las 3.0 millones de libras.

Los números hay que revisarlos, porque han surgido más asociaciones y a la vez más productores, una parte de ellos atraídos por el brazo financiero del Estado. A través de la producción de conejos, el Gobierno quiere llenar tres huecos “de un solo golpe”, que son: creación de fuentes de trabajo entre jóvenes y amas de casa; proporcionar carne de calidad proteica para la población y la captación de divisas que se traduzcan en mejoras en importantes núcleos del país. Esos recursos del exterior (divisas) se logran en la medida que puede exportarse piel de conejo. Y algunos cunicultores lo han logrado. La característica y genética del conejo que existe localmente es la que conviene, en términos de adaptación, resistencia y rendimiento, según expertos consultados.

Con las pieles de conejos hay un amplio mercado. Con ellas se confecciona carteras de damas, billeteras de hombres, alfombras y partes de zapatos, entre otros. La parte más difícil de los conejos es quizás la comercialización. De ahí que el aporte principal que quieren proporcionar los productores es que los animales que críen los campesinos puedan venderse por un mismo canal, evitando así la competencia entre actores de un mismo sector.

Tamaño, razas, alimento y la conversión en carne

El conejo -según el tamaño- se clasifica en tres categorías: gigante, mediana y pequeña. Y dentro de esa clasificación hay seis tipos perfectamente adaptados al clima local. Tienen el mismo comportamiento y la misma capacidad de convertir alimento en carne. O sea, que son de alta calidad genética. La raza principal en el país es la Neozelandés Blanco, pero también existen la Chinchilla, Mariposa y Leonado de Borgoña. En el país se está “explotando” principalmente la categoría mediana. Otras razas de conejos son Holandés y California. 

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