La JCE: voto electrónico y revolución industrial

El manto de sospecha y dudas comprensibles sobre la pureza y transparencia de los casi ya, comicios electorales, a celebrarse el próximo 15 de mayo, parecen más importantes que las virtudes de un proceso que ha tenido acciones tecnológicas, administrat

El manto de sospecha y dudas comprensibles sobre la pureza y transparencia de los casi ya, comicios electorales, a celebrarse el próximo 15 de mayo, parecen más importantes que las virtudes de un proceso que ha tenido acciones tecnológicas, administrativa y políticas que nos colocan más allá de la trampa artesanal del pasado: de palitos, robos de urnas, adulteración de actas, compras de delegados e intervención militar.

No es la primera vez, y tampoco es fenómeno exclusivo de los dominicanos, en que los humanos expresamos pánico y temores que se fundan ante el advenimiento de lo nuevo: máquinas y tecnologías. Miedo y temor que se hace más delirante cuando lo nuevo nos desfasa y hace de nuestras prácticas primitivas razones inútiles y disfuncionales. La Junta Central Electoral (JCE) se enfrenta de cara a las próximas elecciones a una mentalidad supersticiosa fatalista que se aferra al pasado, que no deja de ser igual o semejante a lo que aconteció con el advenimiento de la sociedad moderna en los albores de la Revolución industrial de los siglos 18 y 19 (1760-1832).

La aparición de las máquinas y cambios de tecnologías de la época de transformación y Revolución Industrial dio origen a una guerra sin cuartel entre éstas y los hombres; la manufactura y la producción en serie parecía ser una manifestación diabólica cuya única salida era quemar en hogueras y destruir estos engendros demoníacos, que ponían en peligro la existencia de los artesanos y su forma de vida. “Sin duda, el elemento clave o que dio origen a esta revolución fue la gran patente de James Watt que propulsó un cambio profundo que dio alas a lo que posteriormente sería llamada como Revolución Industrial. Se trataba de la máquina de vapor, que se aplicó a la locomotora y de ahí se pasó a un avance tecnológico sin precedentes”.

Al cierre preparatorio del proceso y cuando ya se ve venir la hora final del desafío, se cierne sobre el órgano electoral una avalancha de cuestionamiento con los que se pretende poner en tela de juicio la capacidad de la JCE de garantizar democracia, seguridad, transparencia y eficiencia profesional en los venideros comicios. Con la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se intentó hacer en sus elecciones de 2014 una prueba anticipada y no fue posible por los mismos miedos y temores a la tecnología, y con la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y sus elecciones de 2013 se emplearon equipos y tecnologías en sus elecciones que promovieron seguridad, agilidad, eficiencia y conteo oportuno, sin crisis y tensiones como era la costumbre.

A pesar de la JCE tener que arbitrar un proceso sin una ley electoral actualizada, con partidos que no garantizaron democracia a sus miembros en las competencias internas, con partidos sin doctrinas, sin pensamiento político, ideologías, estructuras de dirección reales y ausencia insólita de programas y planes de gobierno ; a pesar, reiteramos, de este absurdo político, llamado sistema de partido, la junta ha avanzado con el consenso y la aprobación de estas mismas entelequias de negocios llamadas partidos, hacia uno de los procesos mejor organizado y con la mejor tecnología para los fines del mercado.
¿Qué pone en peligro la democracia dominicana, la JCE o los partidos políticos que tenemos?

Hay un tercer pilar en el que se apoya el éxito tecnológico y electoral del presente torneo electoral al que nadie dedica ni siquiera una mirada de preocupación, en el sentido de si el día de las elecciones la prestadora de servicio garantizará cobertura nacional de Internet (total), estabilidad en la banda ancha de trasmisión, pistas de navegación sin saturación y alternativas de calidad ante cualquier contingencia tecnológica. ¿Pondrá la Junta Central Electoral (JCE) todos los huevos en una sola canasta tecnológica?

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