Preocuparse por Haití

El secretario general de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-moon comunicó el lunes que no ha dejado a Haití fuera de su agenda. Y “alentó” al gobierno haitiano a cumplir con su compromiso de celebrar la segunda vuelta de las elecciones –postergadas

El secretario general de las Naciones Unidas (ONU) Ban Ki-moon comunicó el lunes que no ha dejado a Haití fuera de su agenda. Y “alentó” al gobierno haitiano a cumplir con su compromiso de celebrar la segunda vuelta de las elecciones –postergadas desde el año pasado– para escoger el presidente de la República.

Al menos, el secretario de la ONU piensa en Haití. Lo que sorprende es el silencio de la Gran Nación que no desea darse por enterada de la situación del país intervenido, del cual no es ajeno. Tiene responsabilidad en todo lo que acontece desde hace tiempo.

Debía interesarse y ocuparse más de Haití. Tiene mayor prioridad que el curso de las elecciones en República Dominicana, una nación que marcha con estabilidad y orden desde hace 51 años, y sigue superando sus lastres, pese a los daños causados por esa potencia cuando nos invadió en 1965.

Bien haría la Gran Potencia en fijar su mirada hacia Haití, no porque sea su competencia, sino porque moral, política y humanitariamente está comprometida.

El pasado 25 de octubre Haití celebró unas elecciones presidenciales que fueron invalidadas por múltiples irregularidades durante la primera ronda, lo que desató una crisis que parece interminable.

La administración de Michel Martelly debió propiciar la celebración de una segunda vuelta en diciembre, para entregar el poder como correspondía en enero, lo que no sucedió, y el caos se generalizó, hasta que fue acordado con el Parlamento un gobierno provisional para evitar un vacío de poder.

El gobierno provisional con una duración limitada de 120 días debió organizar las elecciones el pasado 24 de abril, pero ya están pospuestas, sin fecha. El Consejo Electoral Provisional (CEP) decidió aplazarlas porque “no hay ambiente electoral en Haití”.

La miseria, la inestabilidad y la tendencia a la ingobernabilidad que sufre Haití deben preocupar a la Gran Nación. Y dejar que los dominicanos celebren sus elecciones en paz.

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