El diluvio en Mesopotamia

El primer diluvio ocurrió en Mesopotamia (en el “Poema de Gilgamesh”), ocurrió en la India (en las “Escrituras védicas”), ocurrió en la Biblia (el más famoso y grande de todos), ocurrió en la mitología griega (en el mito de Deucalión&#8230

El primer diluvio ocurrió en Mesopotamia (en el “Poema de Gilgamesh”), ocurrió en la India (en las “Escrituras védicas”), ocurrió en la Biblia (el más famoso y grande de todos), ocurrió en la mitología griega (en el mito de Deucalión y Pirra), y ocurrió también en el Nuevo Mundo, en las mitologías americanas de los chibchas o muiscas, de los mapuches, mayas, mexicas, incas, guaraníes y taínos…Incluso una tradición del pueblo de Isla de Pascua, situada en medio del Pacífico, “dice que sus ancestros llegaron al lugar escapando de la inundación de un mítico continente o isla llamada Hiva”.

El diluvio mesopotámico es un capítulo de “El poema de Gilgamesh”, posiblemente el texto literario más antiguo que se conoce, y la leyenda en que se basa es aún más antigua. “Ahí comenzó todo”, dijo Borges. El hecho es que Gilgamesh, al cabo de muchas aventuras y desventuras, conoce a Utnapishstim, el único hombre que había sobrevivido al diluvio, y de su boca escucha el relato del espantoso acontecimiento y las causas que le dieron origen. Los dioses no desatan el diluvio a causa de la maldad, el mal comportamiento de los humanos, sino principalmente, por la insoportable algarabía:

“El país era tan ruidoso como un toro que bramaba. / Los dioses vivían agitados y sin paz, con los disturbios ensordecedores…”

Mandaron primero una plaga y después una sequía terrible para provocar una hambruna y reducir la creciente población, pero la población siguió creciendo y haciendo ruido y así también la ira de los dioses. Entonces decidieron desatar las aguas sobre el mundo para que todos perecieran ahogados. (Algunos de ellos se horrorizarán y arrepentirán de haber tomado esa decisión. Los dioses, en Mesopotamia, podían ser compasivos).

Utnapishtim vivía en la ciudad de Shurrupak, donde servía al dios Ea y éste le avisó en el sueño del cataclismo que se acercaba y le dijo que construyera una nave y que metiera en ella una pareja de cada especie. Durante siete noches hubo una gran tempestad y el mundo se cubrió de agua. La nave tocó tierra en la cima del monte Nisir. Para verificar la extensión del diluvio, Utnapishtim soltó una paloma, luego una golondrina y luego un cuervo. Este último no regresó. Utnapishtim supuso entonces que había encontrado dónde posarse y que las aguas estaban bajando. En agradecimiento, encendió una hoguera e hizo sacrificios a los dioses. Enlil, el dios que había provocado el diluvio, se encolerizó al oler el humo, pero el dulce Ea intercedió por Utnapishtim y Enlil lo convirtió a él y su esposa en inmortales. Ambos son los antecesores de la humanidad…
Tablilla XI.

(Texto asirio)
“Voy a revelarte, Gilgamesh, algo que se ha mantenido oculto, / un secreto de los dioses voy a contarte: / Shuruppak, una ciudad que tú conoces / y que se extiende a orillas del Éufrates, / era una ciudad antigua, como sus dioses, / cuando éstos decidieron desatar el diluvio. / Estaba allí Anu, el padre de los dioses, / el valiente Enlil, su consejero, / Ninurta, su heraldo, / Ennuge, cuidador de los regadíos. / y también estaba presente Ninigiku-Ea, / que dice a la choza de caña: / ‘¡Choza! ¡Choza! ¡Tabique! ¡Tabique! / ¡Choza, escucha! ¡Tabique, presta atención! / ¡Hombre de Shuruppak, hijo de Ubartutu, /
derriba esta casa y construye una nave, / abandona las riquezas y busca la vida, / desprecia toda propiedad y mantén viva el alma! /
Reúne en la nave la semilla de toda cosa viviente. / Que las dimensiones de la nave que has de construir / queden bien establecidas: / su longitud ha de ser igual que su anchura; / como a Apsu, dale un techo.’ / Comprendí y dije a Ea, mi señor: / ‘Será una honra para mí, ¡oh señor!, / ejecutar lo que has ordenado, / ¿pero qué diré a la ciudad, al pueblo, a los ancianos?’ / Ea abrió la boca y me contestó, / a mí, su humilde servidor: / ‘Les dirás lo siguiente: / He sabido que Enlil es mi enemigo, / y así no puedo vivir en nuestra ciudad / ni pisar el territorio de Enlil. / Por lo tanto, acudiré a las aguas profundas / para vivir con mi señor Ea. /
Pero él os dará la abundancia: / los más escogidos pájaros, los más raros peces, / la tierra con sus ricas cosechas. / Quien, al crepúsculo, gobierna los cereales, / os mandará aludes de trigo.’ /
Los pequeños se encargaron de acarrear betún, / mientras los mayores trajeron todo lo que era necesario. / Al quinto día, levantó el armazón, / cuyo fondo era de un acre. / Diez docenas de codos de altura tenía cada uno de sus lados, / diez docenas de codos cada lado de la cuadrada cubierta. / Di forma a sus dos costados y los uní. / De seis cubiertas doté a la nave, / que quedó dividida en siete partes. / Dividí su planta en nueve partes. /
Examiné las pértigas y me procuré abastecimientos. / Seis cargas de betún vertí en el horno, / y vertí en él también tres cargas de asfalto, / tres cargas de aceite trajeron en cestos los acarreadores, /
además de la carga que consumieron los calafateadores / y de las dos que estibó el batelero. / Sacrifiqué bueyes para la gente / y degollé corderos cada día. / Mosto, vino rojo, y aceite y vino blanco / di a los trabajadores, así como agua del río, / para que celebraran el día del Año Nuevo. / Al séptimo quedó terminada la nave. / La botadura fue muy difícil, / porque se tuvieron que sacar las planchas de abajo y de arriba, / hasta que los dos tercios de la nave entraron en el agua. / Todo cuanto yo tenía fue subido a bordo. / Todo cuanto yo tenía de plata fue subido a bordo. / Todo cuanto yo tenía de oro fue subido a bordo. / Todo cuanto yo tenía de criaturas vivas fue subido a bordo. / Toda mi familia y parientes fueron subidos a bordo. / Los animales del campo, las bestias salvajes del campo / y todos los artesanos, dispuse que subieran a bordo. / Shamash había fijado la hora para mí: / ‘Cuando el que gobierna el tiempo nocturno / desate un gran aguacero, / sube a bordo y cierra la escotilla.’ / Observé el estado del tiempo / y vi que amenazaba tormenta. / Subí a la nave, y cerré la principal escotilla / y Puzur-Amurri, el batelero, / cerró las otras y tomó el mando. / Cuando apuntó el alba, / una negra nube cubría el horizonte. / Dentro de ella Adad tronaba, / mientras Shallat y Hanish iban delante, / corriendo como heraldos por lomas y llanos. / Erraga arrancaba las estacas de los diques / y Ninurta precipitaba las aguas. / Los anunnaki levantaban las antorchas / e incendiaban la tierra con sus llamas. / A causa de Adad, la consternación llegaba al cielo, / porque todo lo que había sido luz era negrura. / La vasta tierra era sacudida como una olla. /
Durante un día sopló la tormenta, del sur, / cada vez más rauda, sumergiendo a las montañas, / alcanzando a todos como una batalla. / Nadie podía ver a su compañero, / ni desde el cielo ser reconocida la gente. / Los dioses estaban asustados por el diluvio /
y, temblando, regresaron al cielo de Anu. / Los dioses, como perros acobardados, / se habían agachado junto a la muralla. / Ishtar gritaba como una mujer en trance de parto; / la amante de los dioses, de dulce voz, ahora gritaba: / ‘¡Ay! Los antiguos días se han convertido en barro, / porque hablé malignamente en la asamblea de los dioses. / ¡Cómo pude hablar malignamente en la asamblea de los dioses, / aconsejando la lucha para la destrucción de mi gente, / cuando yo misma parí a mi pueblo, / que es semejante a los pececillos del mar!’ / Los anunnaki lloraban por ella, / los dioses, llenos de humildad, sollozaban sentados, / apretando los labios … l
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