En las postrimerías del Régimen, en agosto de 1960, Trujillo fundó una emisora radial de su propiedad que sería la más potente, no solo de República Dominicana, sino también de Latinoamérica: Radio Caribe. En sus inicios, tuvo su administrador, y luego del ajusticiamiento del gobernante, en julio de 1961, dicha emisora fue incendiada por un público que quería borrar los vestigios del régimen, pero, aunque precariamente siguió funcionado, entonces como una empresa administrada por el estado, que designó una serie de administradores. Con Balaguer como presidente de la República, el 20 de diciembre de 1961 la dirección recayó en Gregorio García Castro, uno de los periodistas que habían formado parte del cuerpo de redacción desde la inauguración de la empresa. Las presiones del “pueblo” y de las autoridades del momento, no se hicieron esperar y se esparció el rumor de que García Castro sería sustituido, a lo que el implicado respondió que se le quería someter por “un camino de parcialidad” con el cual él no estaba de acuerdo. Sin embargo, la remoción se produjo el 18 de enero de 1962, en momentos en que se estaba atravesando por un período de intensa actividad política, con el golpe de estado de Balaguer al Consejo de Estado que se había establecido el 1 de enero de 1962, y la reposición del Consejo de Estado con Rafael Bonelly a la cabeza. La destitución de García Castro provocó numerosas protestas, entre ellas las del 14 de Junio, que denunció el acto como procedente de la Unión Cívica al “haber asaltado todas las posiciones nacionales a través del Consejo de Estado” y que la operación era “antidemocrática y fascista”. En esa situación, fue nombrado Arnulfo Soto como subdirector, en funciones de director, en sustitución de García Castro. De inmediato, Soto canceló al doctor Guido Gil Díaz y a los periodistas Pedro Gil, Franklyn Cruz Salcedo y Oscar Gil, que le habían dado apoyo al director saliente. Soto explicó que las causas del despido eran que estas cuatro personas se habían alejado de su trabajo y que a pesar de las reiteradas exhortaciones que se les hicieron para que retornaran a sus actividades persistieron en su actitud. Dos días después, fue nombrado como director Poncio Pou Saleta, uno de los sobrevivientes de la gesta del 14 de junio de 1959. Seis meses después de su nombramiento, en junio de 1962, Soto fue cancelado como subdirector, y según su opinión la cancelación se produjo porque no permitió “coaccionar la libertad de expresión, como pretende el Consejo de Estado”, recordado como el “gobierno de los cívicos”, organización que, como recordaremos, dirigía Viriato Fiallo. La cancelación de Soto dio origen a una carta abierta que le dirigiera al doctor Fiallo, publicada por El Caribe el 14 de junio de 1962, que se copia a continuación:
CARTA ABIERTA
Santo Domingo, RD.
12 de junio 1962
Señor:
Dr. Viriato A. Fiallo y demás miembros directivos del Partido.
Unión Cívica Nacional,
Ciudad-
Estimados amigos:
En momentos en que las decisiones categóricas y responsables, son una necesidad imperiosa para el futuro y destino de la Patria, dirijo a Uds, esta carta, donde vuelco, como siempre lo he hecho, toda mi verdad llena de sinceridad.
Hoy, en que las fuerzas del mal se yerguen sobre mí con falaces acusaciones; hoy, en que la reacción trata de poner en mi camino un escollo que entorpezca mi clara y diáfana trayectoria política; hoy en que los malvados quieren abrumar mi hogar con las llagas de la infelicidad; hoy no encuentro el apoyo, el calor de la fraternidad, el respaldo público de la institución política por la cual ofrendé largas noches de vigilia e incertidumbre, el sudor amargo de la presencia de la muerte, el trémulo temblor de la voz que clamaba justicia y el sufrimiento de unos padres que si hoy viven se debió al deseo inmenso de no abandonarme huérfano en la tan desigual lucha a que me arrastró el amor al suelo patrio.
Mi lucha en Unión Cívica Nacional fue clara y sin cortapisas, nunca puse un pero en mis funciones, siempre dije presente, nunca di un paso atrás. Fui muchas veces perseguido y el asilo de algún hogar amigo no me fue ajeno, mi deber fue cumplido como soldado espartano. Pero el deber también debe ser mutuo, es recíproco.
Unión Cívica Nacional y sus hombres que lo integran contrajeron conmigo un deber ineludible y ese deber, los hombres de Unión Cívica Nacional lo han pasado por alto. Yo jamás ansié que Unión Cívica Nacional tuviera el deber de responder por mis actos censurables, amorales e indignos, pero sí tenían el insoslayable deber de estar a mi lado y ofrendarme su respaldo moral en el momento en que mi único pecado ha sido dar una muestra más de que mi lucha no es mediatizada y que es insobornable y sobre todas las cosas tengo presente los sagrados intereses de un pueblo que todavía sigue pagando con hambre y miseria los caprichos de los nuevos y viejos privilegiados.
Agobiado en parte por el impacto de la ingratitud, decido dejar de pertenecer al Partido Político Unión Cívica Nacional, pero sí con fuerzas suficientes para seguir luchando al lado de este pueblo y de esta Patria de la cual me siento orgulloso de su maternidad.
Con todo respeto y con mis mismos afectos personales de siempre, se despide su amigo y seguro servidor,
Arnulfo Soto
Esta carta recibió apoyo de algunas personas pero fue refutada por la oficina de prensa del gobierno, que la calificó como “simple exabrupto”. La nota de esa oficina indicaba que Radio Caribe era “una organización propiedad del Estado y cuantos en ella trabajan, desde el director hasta el más anónimo empleado, cobran sueldos del Estado y deben, por lo tanto, el acatamiento a las disposiciones que con relación a dicha empresa ha dictado el Gobierno Nacional.” Concluía la nota diciendo que “el Gobierno tiene perfecto derecho a intervenir en los manejos de Radio Caribe, cosa que no ha hecho con las demás emisoras del país, de propiedad privada”.
