“Ser escritor es un privilegio”

Pedro Conde Sturla posee una personalidad fascinante. Buen conversador, con un elevado conocimiento del idioma de Cervantes, lo que le permite decir las palabras correctas en el momento preciso.

Pedro Conde Sturla posee una personalidad fascinante. Buen conversador, con un elevado conocimiento del idioma de Cervantes, lo que le permite decir las palabras correctas en el momento preciso.Sin embargo, esto no le impide decir lo que piensa, ni expresarse en desacuerdo con alguna actitud, expresión o situación. Su nivel intelectual se pone de manifiesto en cada uno de sus impecables escritos, contentivos de una alta dosis de cultura general.

Y es que a pesar de haber iniciado la vida académica matriculándose en la carrera de Química, no tardó mucho en darse cuenta de que lo suyo eran las letras, el mundo intelectual.

Seis años en Italia contribuyeron a la formación del escritor e intelectual.
Durante más de 30 años se dedicó a impartir docencia, como una forma
de compartir con los demás parte de sus conocimientos.

Conde se siente agradecido y feliz, asegura que ha tenido una vida muy agradable, de la que no se queja.

Lo que más disfruta es la compañía de sus perros, cuidar de su espectacular patio, sus flores, sus libros, la lectura, la buena mesa y, sobre todo, música de calidad, como la que acompañó todo el trayecto de esta conversación.

1. Francomacorisano
Nací en San Francisco de Macorís, el dos de abril de 1945, en el siglo pasado. Mis padres eran Alfredo Conde e Hilda Sturla. De ese matrimonio nacieron cinco hijos, de los cuales yo soy el menor. Tuvimos una vida familiar muy buena, muy linda. Aunque en esa época, las pelas estaban a la orden del día. Nadie se escapaba de una pela, además muchas veces eran merecidas.

2. De un lugar a otro
De mi infancia en San Francisco de Macorís no recuerdo mucho, porque nuestra familia se mudaba muy a menudo. A mi padre lo ponían de castigo y lo cambiaban de lugar. Era juez. Él ejercía el Derecho, pero después lo obligaron a que aceptara ese cargo. Mi infancia transcurrió básicamente aquí en la capital, en la zona amurallada.

3. De Hilda y Alfredo
Mi madre era una persona sumamente hacendosa, cuando no estaba en la cocina, incluso cuando se suponía que estaba relajada, cuando veía televisión ella siempre estaba tejiendo algo. Los bordados que hacía… los manteles, eran obras de arte. Ella veía televisión mirando un poco para abajo y un poco para arriba; trabajaba manteles, en los cuales se podía pasar años bordando. Mi padre era el tipo intelectual, leía mucho, publicó libros de poesías, entre ellos, uno llamado “Abril” y otro “Machepa”. Mi padre era abogado y fue presidente de la Suprema Corte de Justicia, tanto en el Gobierno de Caamaño, que fue de forma simbólica, como en el Gobierno de García Godoy, en el que lo fue de hecho, y ese fue el último empleo que tuvo. Balaguer se negó a pensionarlo. Él llegó a tener pensión en el Gobierno de Antonio Guzmán.

4. ¿Químico?
En la universidad aquí, no estuve tanto tiempo, estuve solo un año, porque en eso, precisamente, estalló la Revolución. En esa época vivíamos en el kilómetro siete y medio de la Carretera Mella. Estábamos metidos en esos intríngulis, de manera que tuvimos que dejar la casa a la carrera. A mis padres y dos muchachos de crianza que vivían en la casa, por poco los matan, porque mi padre tardó mucho en salir. Ya lo habían nombrado funcionario del efímero gobierno de Molina Ureña. Entré a la universidad con una vocación totalmente equivocada. Comencé a estudiar Química y después seguí estudiando eso en Monterrey, donde conocí a muchos personajes, entre ellos, uno de los que me permitió tener acceso a las páginas de elCaribe, que es el ingeniero Félix García. Abandoné la Química y me marché a Italia.

5. En Italia
En Italia pasé casi seis años, hice una carrera en Humanidades y básicamente me dediqué a la docencia en la universidad. Durante 30 años, fui profesor viajero, de Barahona, Mao, Santiago Rodríguez. Unos viajes inolvidables de seis horas y luego de llegar, al otro día, impartir nueve horas de docencia y seis horas más de viaje de regreso. Era muy fuerte, pero la juventud lo aguanta todo.

6. Escritor
Para un escritor lo más difícil es aprender a escribir, que es algo que no se aprende nunca. A los escritores dominicanos nos va muy mal, las librerías cuando te aceptan un libro, solamente es a consignación y pagan cuando quieren, si es que pagan. Tienes que dar cuatro o cinco viajes y cuando vienes a ver te aceptan 20 libros para la venta y se pasan un año para pagarte. Cuando vas a cobrar, resulta que has gastado más en gasolina, y con los distribuidores he tenido experiencias malas, tienden a apropiarse de lo ajeno, sobre todo, con uno en particular tuve una experiencia. Ahora estoy publicando en Amazon, un portal internacional, que me permite vender los libros de dos maneras, o venderlo entre amigos, pero también se vende desde el mismo portal. En realidad ser escritor es un privilegio. Hay tipos que creen que por ser escritor hay que darles pensiones.

7. Libros y artículos
La presión de tener que escribir un artículo semanal es muy buena, porque da mucha disciplina. Por ejemplo, el libro “Uno de esos días de abril”, lo escribí con los artículos que había publicado en elCaribe y en otro medio de prensa, un medio digital en el que escribo, que es Acento.com. Pero no solo ese libro, sino que una gran cantidad de relatos de dos volúmenes que van a salir, uno se llama “Monedas en la Fuente” y el otro, “Ritos ancestrales” también fueron publicados en elCaribe.

8. El ser humano
A pesar de haber tenido relaciones muy intensas, no me casé nunca y no creo que lo haga ya. No me puedo quejar de la vida. He tenido una vida muy agradable. Lo malo son los políticos, los gobiernos, los que se roban el dinero y han convertido el país en este caos en el cual te pueden degollar cuando sales a la calle, porque la delincuencia por la que la gente protesta es generada por la delincuencia mayor, la que genera pobreza y exclusión, y es la exclusión la que genera esta violencia terrible. En lo personal, lo peor que me ha pasado en la vida es la muerte de mi hermano Amadeo. De ese tema no hablo. Me duele toda una generación de amigos desaparecidos, que se los tragó el Gobierno de Balaguer. El 80 por ciento de los amigos que conocí en la universidad de Santo Domingo, cuando me inscribí en 1963, ese 80 por ciento está muerto. Pensar en el sacrifico de esa generación y lo poco que se ha conseguido, da pena.

9. Preferencias
El mar me fascinaba, incluso, tenía una propiedad cerca del mar, pero como se fue poniendo la vida, tuve que dejar de ir, el lugar se convirtió en algo sumamente peligroso. Además, en el lugar donde yo tenía esa propiedad, tenía acceso a la playa y los hoteles cerraron la playa; pero aparte de la playa, me gusta cocinar, es una cosa que hago. Bregar con las flores es otra cosa que me gusta. Tengo un patio precioso, con muchas plantas y que produce frutales. Los perros siempre me han fascinado, la lectura, la música. Viajé bastante.

10. De los viajes
De los viajes se disfruta todo, pero no los viajes en sí, sino permanecer en los lugares. Viajar así como turista, a mí me resulta un poco pesado. No es lo mismo cuando tú ya vives en una ciudad. En ese sentido, yo viví en Monterrey, por dos años; en Canadá, casi un año; en Italia por seis años, viví en París, me pasé un mes en Rusia. En la época que estuve en Rusia habían como ciento y pico de dominicanos becados, era un ambiente muy jovial.

De la Web, los libros y los lectores

Desde luego, la tecnología aporta un beneficio formidable, por el nivel de información. Precisamente en estos días vi un escrito de un italiano, donde él habla de la utilidad de la red, de lo fácil que resulta encontrar un autor clásico, que a lo mejor no puedes conseguir si no vas a una biblioteca muy especializada, y que aquí no las hay, o cualquier cosa de la antigüedad. Se accede casi a todo, lo que pasa es que la red proporciona mucha información, desvinculada una de otra, pero eso no te da lo que llamamos conciencia crítica, formación de una personalidad basada en valores, que es lo que debe hacer la escuela y no ponerle a cada estudiante una computadora, como sucede en las escuelas norteamericanas, donde ves a cada niño con una computadora.
Es decir, que se ha sustituido el aporte intelectual personal, por el aporte frío de la computadora. Se ha perdido la guía del profesor en la formación del estudiante. Hay muchas personas y cosas por las que me siento orgulloso de mi país, pero en este momento lo que tengo es un sentimiento de pena y vergüenza. Creo que somos un país en vías de extinción. Algo que también vi en la Web es que antes pensábamos que este país tenía futuro, y ahora nos preguntamos si en el futuro tendremos país. En cuanto a la generación presente, el abandono de la lectura, es una cosa que mete miedo. Es necesario fomentar el hábito de la lectura, hasta que este hábito se convierta en un vicio. Esa es una de las cosas mejores que le puede pasar a un ser humano.

Pérdidas
“El 80 por ciento de los amigos que conocí en la universidad de Santo Domingo, cuando me inscribí en 1963, ese 80 por ciento está muerto. Pensar en el sacrifico de esa generación, da pena”.

Penas
Lo peor que me ha pasado en la vida es la muerte de mi hermano Amadeo. De ese tema no hablo. Me duele toda una generación de amigos desaparecidos, que se los tragó el Gobierno de Balaguer.

Deseos
Que los yanquis no hubieran invadido el país, que Balaguer no hubiera sido gobernante 12 años y que Juan Bosch se hubiera prolongado”.

Amigos
Los amigos de la infancia y la adolescencia continuaron siendo los amigos de toda la vida, los Meléndez, los Pierre, los Domínguez, los Del Giudice…”

Experiencia
A los escritores nos va muy mal, las librerías cuando te aceptan un libro, solamente es a consignación y pagan cuando quieren”.

La Web
Ahora estoy publicando en Amazon, un portal internacional, que me permite vender los libros entre amigos o desde el mismo portal”.

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