Reinas del Caribe: radiografía de un sexteto de éxito

Escribir sobre el sexteto de la selección dominicana de voleibol femenino sin mencionar a Brenda Castillo es un sacrilegio.

Escribir sobre el sexteto de la selección dominicana de voleibol femenino sin mencionar a Brenda Castillo es un sacrilegio.Ella es la libero del equipo y, aunque lógicamente no es parte del seis inicial – no puede hacer las seis rotaciones habituales- es, quizás, la columna en la que descansa una buena parte del éxito de la escuadra nacional por el alto grado defensivo que implica su presencia en el taraflex.

La cifra, a los fines de este trabajo, es siete, no seis. Brenda, Bethania de la Cruz, Brayelin Martínez, Gina Mambrú, Lisvel Eve Castillo, Niverka Marte y Annerys Valdez encierran juntas un rosario de historias que son catapultadas cada vez que el combinado tricolor logra una puesta en escena como la que culminó el domingo pasado en el Palacio del Voleibol del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, donde se llevaron el campeonato de la Copa Panamericana en un disputado duelo frente a Puerto Rico.

Hay historias de todo tipo, aunque el corte motivacional impera. Tal es el caso de la central Lisvel Eve Castillo, mejor conocida como “La China”. En 2013 ella se rompió la tibia de su pierna izquierda durante un partido en Perú, donde jugaba en calidad de refuerzo con el equipo Géminis.

Después de casi dos años de trabajo arduo Eve Castillo está de regreso a la élite, a pesar de que muchos dudaron sobre si podía lograrlo. Para ella fueron meses muy duros, especialmente los días que siguieron a su regreso. “Para mí fue frustrante no regresar con el nivel que tenía antes, cosa que es imposible después de tanto tiempo fuera y sin condiciones físicas”, dijo. “Es algo a lo que ningún atleta se puede preparar mentalmente, siempre queremos ser los mismos de la noche a la mañana y es algo que amerita mucho tiempo, paciencia, trabajo y sacrificio”.

En junio de 2015, en apenas su segundo torneo oficial tras su fatídica lesión, fue nombrada la Jugadora Más Valiosa de la Copa NORCECA Final Four celebrada en Cuba. Estos son los tiempos buenos, así que ella no olvida a quienes les ayudaron durante su recuperación, sin dejar de mencionar a Dios, pues “sin Él nada es posible”.

Un acto de clase protagonizó el voleibol dominicano cuando durante la premiación de la Copa Panamericana, Cristóbal Marte, director del proyecto de selecciones femeninas, llamó a “la China” para entregarle un reconocimiento al médico peruano Julio Echavarrí, quien de forma convincente le practicó la cirugía en Perú y se encontraba justamente con la selección de ese país en República Dominicana.

La dificultad de Bethania

Bethania es la capitana y la única que es madre dentro de este grupo de siete jugadoras. Considera a su hijo Fher como el motor que la impulsa a seguir cuando todo luce perdido. Considerada una de las mejores salidoras del planeta, la morena de 29 años es casada, por lo que le resulta mucho más duro ser una atleta profesional. “La verdad, no es nada fácil”, apunta De la Cruz. “Especialmente porque en el camino debemos hacer muchos sacrificios y dejar muchas cosas tras la búsqueda del éxito y, en mi caso específico, dejar a mi familia y a mi hijo es lo más difícil”, agregó.

Ella asegura que encuentra un poco de consuelo entre sus compañeras de equipo, que más que eso, afirma: son su familia. Bethania habla del éxito que tiene el equipo nacional y considera que puede subir más en el ranking mundial de la Federación Internacional de Voleibol (FIVB).

República Dominicana ocupa la séptima posición mundial. La capitaleña no solo basa su afirmación en el actual talento que posee el voleibol criollo, también hace hincapié en el relevo que proviene de las categorías menores. “Estamos en un buen momento, pero entiendo que buenos momentos hemos tenido muchos”.

El corazón del ataque

Es casi probable que sin la silenciosa contribución de la acomodadora Niverka Marte ese éxito no hubiese llegado. Niverka, que en octubre cumple 26 años, es el cerebro del grupo, es la organizadora del ataque demoledor de la escuadra local.

Antes de ser la pieza clave que es hoy, ella tuvo sus momentos duros en el voleibol. Cuando era juvenil sus entrenadores recomendaron que tenía que dejar de ser una atacante para convertirse en acomodadora, algo que no vio con buenos ojos. “Fue idea de Gioriver Arias y mi entrenador en aquel momento, Kike”, narró. “Siempre ellos me habían dicho que esa debía ser mi posición, pero nunca quise porque todos amamos atacar y hacer puntos. Fue una transición dura para mí, ser acomodadora no es una posición fácil”. A medidas que avanza el tiempo la capitaleña se ha convertido en una mejor jugadora, algo que confirma su alta cotización a la hora de salir a jugar como refuerzos en ligas extranjeras. “Todos creen que ser acomodadora requiere un lindo voleo, pero la realidad es que requiere mucha cabeza, se necesita madurez, equilibrio, liderazgo y, sobre todo, mucha paciencia”, señala Marte. “Esas son cosas que a los 17 años son difíciles de manejar y que solo se adquieren con mucha experiencia, pero en mi opinión es una de las mejores posiciones y más difíciles que tiene el voleibol”.

Niverka tiene una figura refrescante a la vista y un juego más que encantador, pero Brenda Castillo, definitivamente, es la novia del pueblo. La pequeña libero de 5’5 de estatura se ha robado el corazón de toda una nación deportiva. Ella personifica la habilidad, tenacidad y versatilidad dentro del equipo tricolor.

Su carrera ha dado un cambio del cielo a la tierra, especialmente después que abrazó la fe cristiana motivada por su esposo. “Gracias a Dios estoy donde estoy ahora mismo. Él me lo ha dado todo, pero sobre todo esa espiritualidad llena de vida, no solo para mí, sino para toda mi familia y mis compañeras de equipo. Dios lo hace todo posible”, agrega.

La novia del pueblo

Considerada la mejor libero del mundo, Castillo anhela ser lo que su compañera Bethania ya es: ser madre. “Gracias al Señor que he alcanzado tantas cosas bonitas que nunca imaginé lograr. Pero esto no es para siempre. Quiero en un futuro no lejano tener mis hijos. Hay que tener su familia”, dijo Castillo.

“Siempre he soñado con eso, pero por el momento, a seguir jugando voleibol”, indicó Castillo. La nativa de Haina hizo gala de sus habilidades nueva vez durante la Copa Panamericana al ganar la triple corona defensiva, algo que sorprendió a pocos.

Brayelín quiere ser diplomática

La salidora y opuesta Brayelín Martínez es una de las menores de la escuadra dominicana. Su estatura, 6’7, definitivamente contrasta con sus 19 años. Su condición de juvenil no le generó privilegio dentro del equipo. “Eso de menor no existe en la selección”, dice. “Todas tenemos que ser mujeres, o si no, no es posible aguantar”.

Este año, Brayelín tuvo su primera experiencia como jugadora internacional. Reforzó en la Liga de Italia a la franquicia Sutirol Nerura Bolsano. Por un lado ella estaba feliz de haber logrado ese contrato, pero por el otro, algo triste. Es que tuvo que dejar sus estudios, cosa a la que le costó acostumbrarse. “Yo quiero terminar mis estudios, porque los deportitas estamos propensos a lesionarnos y las carreras a veces no duran mucho, a parte de que quiero ser una profesional”, afirma. “Solo pude hacer un cuatrimestre en la Universidad Católica, pero estoy planeando empezar mis estudios online”. Martínez estudia diplomacia en la citada universidad.

Gina Mambrú pasó su centro

Gina Mambrú, opuesta del equipo, reflexiona sobre lo que ha logrado y sobre el momento actual. “Mucha gente lo ve fácil, pero yo me quedé muchas veces fuera de selecciones. Me dejaban fuera del equipo, pero nunca me rendí, seguía luchando”, recuerda. “Decía que era muy pequeña, que mis condiciones no eran las adecuadas para estar en la selección, pero yo seguía trabajando y viendo cuáles eran mis debilidades para así marcar un sello en la selección nacional”.

Mambrú reveló que en su niñez bailaba ballet y al mismo tiempo jugaba voleibol. Ella finalmente se dio cuenta a los 14 años que el deporte de la malla era su pasión, así que dejó el baile.

En 2010 recibe su oportunidad en la selección grande que participó en los Juegos Centroamericanos de 2010 en Puerto Rico.

La veterana que rinde como siempre

Annerys Valdez, la espigada central de 6’4 de estatura, junto a Priscila Rivera, son las más veteranas del equipo nacional. Ambas estuvieron dentro la representación que ganó medalla de oro en los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003. Durante ese certamen la nativa de Los Guaricanos fue premiada como la mejor en bloqueo y la mejor en servicio. Casi 16 años después ella fue nombrada como la mejor bloqueadora en la Copa Panamericana. “Trabajo para dar lo mejor de mí”,  dijo. “No esperaba ese premio”. Del retiro ella no sabe: “Nadie sabe si me puedo ir mañana o si me voy en el siglo 22”, apuntó Valdez. “Lo voy a tomar día a día”, agregó.

Es complicado en mi caso tener pareja, porque no entiendo porqué no aceptan el ritmo que nosotras llevamos”.
Gina Mambrú
Opuesta

Ser selección nacional es algo que requiere mucha responsabilidad, pues debe ser un ejemplo en todo”.
Niverka Marte
Acomodadora

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