“Cuando iniciamos esta obra, nos propusimos escribir muchas historias con finales felices”

El padre Juan Linares es un trabajador incansable a favor de la niñez, lleva más de cuatro décadas radicado en el país y más de 30 años dedicado a mejorar las condiciones de vida de miles de niños, niñas y adolescentes dominicanos para los cuales&

El padre Juan Linares es un trabajador incansable a favor de la niñez, lleva más de cuatro décadas radicado en el país y más de 30 años dedicado a mejorar las condiciones de vida de miles de niños, niñas y adolescentes dominicanos para los cuales el futuro, más que incierto, era impensable.Linares sintió el llamado del Señor desde muy joven, por allá por su natal Salamanca, España, pero sus pasos como salesiano lo trajeron a suelo dominicano, donde se enfocó en los niños y niñas cuyas condiciones de vida no les permitían ni siquiera lo mínimo para sobrevivir.

Es en el marco de esta realidad que nace el programa “Canillitas con Don Bosco”, un proyecto que cambió, favorablemente, la vida de miles de jóvenes de los sectores más empobrecidos de la capital. Hoy, después de 40 años, el hijo de Juan y Emilia, que llegó al país a desarrollar su labor sacerdotal, sigue trabajando con la misma ilusión de los primeros años, pues afirma que de no ser así mejor no lo haría. “Siempre pensé que el día que no trabajara con ilusión, era mejor dejar de hacerlo”.

1. De Salamanca
Nací en Salamanca, en España. Mis padres se llamaban Juan y Emilia. Desde pequeño siempre me gustaba ver las noticias y conocer cómo estaba el mundo y sentía la inquietud de poder dedicar mi vida al servicio de los demás. Eso me motivó a solicitar, dentro del ambiente en el cual me movía, que eran los salesianos, ser misionero. Es decir, que te podían enviar a una parte del mundo a trabajar, y por lo tanto a prestar un servicio a los demás, sobre todo, en nuestro caso, de tipo educativo, de formación, desarrollo y crecimiento.

2. Hijo de Juan y Emilia
Mi padre se llamaba Juan y mi madre Emilia. Tengo la suerte de haber tenido unos padres muy unidos, de una formación muy seria, de gente sencilla. Mi padre era un trabajador y mi mamá era ama de casa. Ella tenía una inteligencia y un entusiasmo maravilloso. A mi mamá el Señor le concedió llegar a los 100 años y nunca la escuché quejarse. Ella siempre fue una persona positiva y alegre. Mi papá era un hombre muy trabajador, sacrificado para mantener su familia y para tratar de echar hacia adelante.

3. Dos hermanos
Tengo una hermana y un hermano, yo soy el del medio, que es el puesto mejor, porque el mayor siempre tiene más responsabilidades y al menor hay que cuidarlo. El del medio es el que tiene que luchar en la vida. Es el mejor puesto. Ser el segundo hijo es un privilegio. Ellos tienen su familia, son ellos los que están más alegres de que regrese a España, porque vamos a estar más cerca y podremos compartir, sobre todo con los sobrinos que siempre se ilusionaban cada vez que yo iba y yo tenía que informarles de todas las cosas que hacía y de cómo eran las cosas por aquí.

4. El sacerdocio
La vocación sacerdotal la descubrí desde niño como inquietud. Yo no aceptaba que los niños pasaran hambre, eso no me cabía. No entendía porqué había niños que no podían ser felices. Recuerdo la primera vez que vi un niño de tez oscura y estar cerca de él… Eso fue en el colegio y recuerdo que todos los estudiantes lo queríamos tocar. Siempre habíamos visto niños con la piel pintada sólo en el teatro. En realidad la vocación se va desarrollando con la madurez, cuando va creciendo, es un joven y se plantea la posibilidad. Un día se me presentó la interrogante de si quería ser sacerdote o no, cuando estaba cambiando el estilo de la iglesia, había de todas las opiniones.

5. A América
A los 21 años vine a América, primero vine a Puerto Rico, donde continúe mis estudios en la Universidad de Ponce, estudios propios de la carrera sacerdotal, luego tuve la oportunidad de venir a la República Dominicana a dar clases en el colegio Don Bosco, ahí estuve dos años dando clases de Matemáticas y de Trigonometría. Esa fue una primera experiencia. Luego me regresé a España para terminar los estudios. Allí estudié Teología, Catequética, que es la que tiene que ver con evangelización. También estudié Psicología, porque entendía que era un gran complemento para poder llegar a las personas, no solo espiritualmente, sino también a nivel conductual.

6. De vuelta a RD
Después de siete años, regreso a Santo Domingo, a trabajar, sobre todo en movimientos juveniles, en lo que nosotros llamamos Centro Juvenil, es decir, en el acompañamiento de los jóvenes en su tiempo libre. Formamos un centro juvenil, donde había cerca de 40 y tantos grupos de jóvenes, eran grupos culturales, deportivos, de fe, compromiso social. Estamos hablando del año 1976, prácticamente hasta el 1990. Esa fue una experiencia muy hermosa para mí. Esos jóvenes con los cuales compartí, hoy son profesionales, recibieron buena formación, formaron una familia. Nos íbamos a los campos a trabajar con la gente, a los bateyes a construir y cultivar el campo, a conocer la realidad y ver lo que uno podía aportar.

7. Canillitas con Don Bosco
A nosotros nos preocupaba que los trabajos con los jóvenes no fueran permanentes. Pensábamos en que el joven que se quisiera comprometer con su comunidad encontrara oportunidades, y ahí nace el proyecto Canillitas con Don Bosco. Hicimos un estudio, sobre el niño trabajador en Santo Domingo, con dos estudiantes de la UASD, que estaban estudiando Sociología. Elegimos una muestra y descubrimos una serie de variables, como era la escolaridad, la salud, lo que ganaban y cómo lo utilizaban, todo eso nos dejó ver que tenían necesidades urgentes a las que había que dar respuesta. De ahí concebimos unos planes de acompañamiento de estos niños, para escolarizarlos, para que tuviesen una alimentación sana, para que se capacitaran y lograran una formación. Canillitas con Don Bosco nació el ocho de diciembre de 1985, es decir, que ya va camino a los 31 años.

8. El programa y sus etapas
Para los niños de Canillitas con Don Bosco, lo más impresionante era que una persona mayor se interesara por ellos, cuando lo que recibían en su mayoría eran insultos. Esa etapa del comienzo, nosotros la llamamos la etapa de búsqueda, porque no nos sentamos a esperar que los jóvenes vinieran a nosotros, nosotros salíamos a encontrarnos con el muchacho, porque nosotros éramos los interesados en el valor que tiene el niño, que la sociedad, a lo mejor, por alguna circunstancia, no le ha permitido ser niño. Nosotros les inculcamos que tenían derecho a estudiar, a ser feliz, a alimentarse bien, a tener salud y para eso les ofrecíamos los programas. La segunda etapa era la de acogida del niño, que después de la invitación que le hacíamos, quería unirse con nosotros. En esta etapa era cuando en verdad conocimos la situación real de ese niño. La tercera etapa era la de socialización, donde eran integrados a la escuela, a los grupos deportivos, para luego pasar a la cuarta etapa, que es la de acompañamiento, en todo lo que era su desarrollo, aquí abríamos una escuela de áreas, el área tecnológica, la laboral, la sociológica, la legal y recreativa, y en cada una contábamos los programas. En el área legal, si no había sido declarado ese niño, iniciábamos un procedimiento para que tuviera un nombre, una nacionalidad. Le enseñábamos que todos teníamos deberes y derechos. En el área laboral, nos enfocábamos en establecer hacia dónde se podían capacitar, partiendo de las aptitudes de cada uno los introducíamos a los talleres de manualidades. Descubríamos las destrezas que tenían para poderlos orientar.

9. Con la sociedad
Sabíamos que teníamos que trabajar con la sociedad y así fue como iniciamos una campaña de sensibilización a la sociedad, diciendo: “todos somos responsables de nuestros niños”. Realizamos la campaña “Ponte en su Lugar”, en la cual hicimos fotografías con personalidades de primer orden, vendiendo frutas, limpiando zapatos, limpiando vidrios. Esta era la manera de presentarle a la sociedad, que verdaderamente todos somos responsables y de que todos podíamos colaborar. Esa fue una experiencia increíble, con frutos verdaderamente buenos. Al ver que valía la pena, pensamos en multiplicarlo. Al principio, trabajábamos con los niños, pero luego integramos a las niñas. Ese fue el inicio del proyecto Canillitas con Laura Vicuña. Laura Vicuña fue una niña del ambiente salesiano que se convierte en modelo de cómo ser una niña educada y de cómo hacer bien las cosas. Luego descubrimos que en Cristo Rey había muchos niños chiriperos, en Villa Juana vimos muchos niños aprendiendo mecánica en los talleres. Cada lugar fue dando una connotación de su realidad y eso nos fue dando orientación de los programas a desarrollar, y ahí es que se forma “Muchachos y Muchachas con Don Bosco”, que es la red de centros locales con perfiles diferentes, dependiendo del lugar.

10. Fundación Salesiana Don Bosco
Soy el director ejecutivo de la fundación. La Fundación Salesiana Don Bosco quiere recoger toda la obra salesiana, como escuelas técnicas profesionales, toda la educación de tiempo libre, que es lo que nosotros llamamos Oratorios centros juveniles; se quiere ocupar de todo lo que es Muchachos en Alto riesgo y todas las obras sociales que tenemos en nuestras parroquias, como pueden ser dispensarios médicos y ponerlos en una sombrilla, de tal manera que les demos mayor calidad, con personal técnico, hacer planes estratégicos con metas bien definidas. Este es el actual trabajo que estamos realizando. La fundación comenzó sus trabajos en el año 2006.

Después de 40 años en el país

“Resulta que en España hay una organización que se ocupa más a nivel mundial de todas estas personas que están trabajando en estos proyectos, y ahora quieren hacer una reorganización… Entonces, hicieron una consulta con el personal de allí para ver a quién recomendaban y ellos me eligieron. Me pidieron a ver si yo podía ir con un contrato de tres años a trabajar en esta misión. Puede ser bueno, porque desde ahí puedes influir a nivel mundial y dar continuidad a los trabajos de aquí, incluso a lo que es un cambio de mentalidad para trabajar de forma más moderna, más profesionalmente, con más eficacia. Pero me cuesta irme de aquí, porque tengo unos vínculos muy fuertes con personas, con experiencias vividas. En República Dominicana, de manera ininterrumpida, llevo 40 años. Llegué como sacerdote en el año 1976. Puedo expresar que mi experiencia en República Dominicana ha sido muy hermosa, me he sentido muy bien, que mi vocación salesiana aquí me han dado la oportunidad de ejercerla con ilusión. Siempre pensé que el día que no trabajara con ilusión, era mejor dejar de hacerlo, porque cuando uno trabaja con ilusión, creatividad, sin miedo, las cosas se resuelven  lógicamente. Pienso que en la manera en que eduquemos hacia lo positivo, en valores, en bondad, lograremos erradicar esta maldita delincuencia, la corrupción, esas porquerías que nos envuelven. No hay que cansarse. Cuando iniciamos esta obra, nos propusimos escribir muchas historias con finales felices. Esa fue nuestra meta y logramos escribirlas. Tenemos, casi terminado, un libro con muchas historias con finales felices de niñas y niños que hoy pueden disfrutar de la vida con toda dignidad”. 

Fundación
La Fundación Salesiana Don Bosco quiere recoger toda la obra salesiana, como escuelas técnicas profesionales, toda la educación de tiempo libre”.

Educación
Pienso que en la manera en que eduquemos en valores, en bondad, lograremos erradicar esta maldita delincuencia y la corrupción”.

Experiencia
En República Dominicana me he sentido muy bien, que mi vocación salesiana me han dado la oportunidad de ejercerla con ilusión”.

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