Amadita Pittaluga de González: “El laboratorio ha evolucionado con los tiempos”

Cuando su madrina le compró un juego de laboratorio como regalo, jamás pensó que trazaría la línea de su trayectoria de vida.

Cuando su madrina le compró un juego de laboratorio como regalo, jamás pensó que trazaría la línea de su trayectoria de vida.
Ese regalo le mostró, temprano, cuál era su vocación, y tan pronto concluyó sus estudios secundarios se inscribió en el Instituto para Laboratoristas Doctor Defilló, pues en ese entonces no existía como carrera universitaria.

Unos pocos años después, luego de ampliar sus conocimientos en el extranjero, Amadita comenzó en un pequeño espacio, cerca del consultorio de su esposo, el médico Octavio González Nivar, a ofrecer servicios de analítica.

Más adelante, estuvo al frente de los laboratorios de las clínicas Dr. Mañón y Gómez Patiño, hasta que en el 1984 inauguró el primer Laboratorio Amadita. Hoy, 615 empleados, a los que llama colaboradores, ofrecen servios en los 29 centros de que dispone a nivel nacional.

1. Cinco hermanos
Nací en Santo Domingo, el cuatro de julio de 1935. Mis padres fueron Juan Baustista Pittaluga Cambiaso y Amada Genoveva Nivar León de Pittaluga. Éramos cinco hermanos. Mi hermano mayor murió cuando yo tenía siete meses, yo no lo conocí. Dicen que era muy parecido a mí. Era rubio como yo. Después de él nacieron Ismenia Elisa, José Manuel Pittaluga, que fue quien fundó el sistema de ahorros y préstamos aquí; Salvador Alfredo, destacado escritor y periodista, el fundó el Instituto de Periodistas, y por último nací yo. Soy la más pequeña. Solo quedamos José Manuel y yo. De niña, yo jugaba mucho “El Quita y Pon”, que uno ponía unos muritos con un hoyo… y entonces tú ibas poniendo y quitando pelotas. Me gustaba mucho subirme en los árboles. Me encantaba la ciencia. Era muy inquieta, pero nunca me dieron una pela. En casa se razonaba con los niños.

2. Herencia
Mi madre, Amada Nivar de Pittaluga, fue poetisa, doctora en Filosofía y doctora en Derecho. Fue Mujer de las Américas. Murió a los 90 años, y papá a los 69, muy joven. Esa fue la mayor tristeza que tuve, cuando se murió mi papá. Yo tenía buena relación y comunicación con ambos, pero más con mi papá. Las hembras son muy de los padres, pero al él morir tan joven, me sumió en una gran tristeza. Con mi mamá compartí muchos años. Ella fundó asociaciones, fundó el Consejo Nacional de Mujeres, fundó el Club de la Amistad y una congregación de monjas. Hizo un trabajo muy bonito para la iglesia. Mi mamá hizo mucho bien. Fue una altruista, una feminista. Además de poetisa, dedicó su labor a muchas actividades de bien social. Era una dama muy respetada.

3. Amigos para siempre
Estudié la secundaria en el Colegio Santa Teresita y la primaria en el Instituto Escuela. Mis años de estudios fueron bonitos, hice amigas con las que todavía nos reunimos a almorzar una vez al mes. Nos reunimos una vez al mes para celebrar los cumpleaños de ese mes.

4. Un regalo especial
Todo comenzó como un juego y terminó de verdad. Porque mi madrina, Fellín de Tavárez, me regaló un juego de doctora, que tenía un microscopio, y yo me enamoré de ese microscopio y me la pasaba mirando por él. Yo tenía cinco años. Ella me regaló un juego de laboratorio. Ese fue el inicio de todo.

5. Laboratorio
Terminé la secundaria y comencé a estudiar laboratorio en el Instituto para Laboratoristas Doctor Defilló. No existía la carrera a nivel universitario. Mira lo que pasa, yo quería ser médico, pero ya yo estaba casada y mi esposo me dijo que estudiara laboratorio, porque él sabía que a mí me gustaba. Me dijo que era más corta que la Medicina. Eran solo tres años. Fui y me inscribí. Al principio éramos 20 y terminamos tres, porque el profesor Francisco Manuel Bello era “macana”, él fue quien fundó el Instituto para Laboratoristas Doctor Defilló. Recibí el título en el año 1955.

6. A Estados Unidos
Mi esposo y yo nos fuimos a los Estados Unidos, ya mi esposo se había graduado de médico. Nos fuimos. Él a hacer una especialidad y yo logré entrar en un entrenamiento rotativo en el Presbyterian Hospital de la Universidad de Pennsylvania. Fue una suerte, porque Dios me ha protegido y me ha ayudado siempre. Ahí pasé por todos los departamentos. En el tercer año, yo estaba en Microbiología, y un día, a las nueve de la noche, el jefe de nosotros pasó por uno de los cubículos y vio la luz encendida, tocó y entró. Él me dijo: “¿Qué haces aquí a esta hora? Le respondí que la profesora se había enfermado y que yo estaba haciendo el trabajo de ella y el mío. Él se sorprendió y me preguntó que cómo me iba a ir a esa hora a mi casa, le dije que a pie, y desde esa noche me puso un vehículo en la puerta del hospital para que me llevaran a casa. No era lejos, pero había que cruzar un barrio peligroso en esos años. En esa época, la vida era cara y para poder sobrevivir mi esposo hacía servicio en cuatro hospitales. Es decir, que cada cinco días era que él iba a la casa. Yo ganaba 125 dólares y el alquiler del apartamento costaba 100.
De nuestra relación nacieron cuatro hijas, que nos han dado 10 nietos, una biznieta y un biznieto que viene en camino.

7. Regreso a RD
Cuando llegamos, en el año 1959, mi esposo abrió un pequeño consultorio; y yo, junto a ese consultorio, abrí un pequeño laboratorio, donde le daba los servicios de laboratorio a él. Es en ese año cuando nace el laboratorio. Una innovación que hicimos fue ir a la casa a tomar muestras a los pacientes. En eso, también estaban abriendo la Clínica Dr.Mañón, donde está ahora la Maternidad del Seguro. Cuando regresamos de Estados Unidos, estaban abriendo esa clínica. Entonces, el ginecólogo de mi familia, el doctor Maggiolo, me habló para que mi esposo y yo formáramos parte de esa clínica y para que yo abriera allá un laboratorio. Ahí me quedé por cinco años.

8. Cinco años después
A los cinco años de estar en la Clínica Dr. Mañón, el doctor Mañón decidió vender la clínica, entonces ahí nace el Grupo Médico Bolívar, donde un grupo de médicos, de los que salimos de la Clínica Dr. Mañón, fuimos llamados para formar parte de este proyecto. Allá monté mi laboratorio. Ahí estuvimos hasta 1970. De ahí nos mudamos a la Clínica Gómez Patiño. Mi esposo formó parte de los 10 médicos que formaron el Grupo Médico Asociado, que son los dueños de la Gómez Patiño. Ahí duré hasta el año 1984, que es cuando salgo y decido abrir mi laboratorio independiente, fuera de otra institución.

9. Laboratorios Amadita
En el año 1984, salí a caminar por esta calle, Abelardo Rodríguez Urdaneta. Yo no conocía nada por aquí y fui donde una señora que vendía empanadas, que es pariente de mi marido. La vi y le dije: “Mira, ¿tú sabes si por aquí alquilan una casa?”. Ella me dijo que se acababa de mudar un joven de una casa cercana. Le pregunté que de quién era la casa y me dijo que de la familia Pérez Bernal, esa era una familia amiga de mis padres. Cuando yo llamé el señor estaba comiendo y me mandó a decir que me llamaba a las tres, y a las tres me llamó. Me preguntó qué me pasaba y le dije que quería alquilar una casa para poner mi laboratorio y sabía que a él se le había desocupado esa vivienda. Él me dijo que sí, que me enviaría las llaves más tarde y me la alquiló. Luego mis hijos Patricio y Pilar me adecuaron la casa. Ahí estamos todavía. Después la compramos.

10. De balcón a balcón…
Me casé con el doctor Octavio González Nivar. Te cuento que nosotros nos conocimos un domingo de Resurrección. La pensión donde él vivía quedada frente a mi casa, en la calle Hostos 48. Yo siempre digo que de balcón a balcón nació nuestro amor. Al lado del Mesón de Bari era la casa mía, en el segundo nivel. Él se había mudado hacía una semana, vino de La Romana a estudiar la carrera de Medicina. Nos hablábamos de balcón a balcón y nos fuimos conociendo. Yo tenía muchos enamorados, pero nunca había tenido novio. Hasta hoy hemos sido muy felices gracias a Dios. Es un excelente ser humano y padre excelente, pediatra estupendo. Aún trabaja todos los días, mañana, tarde y noche. Ahora tenemos un nieto que va a ser pediatra como su abuelo. Lo que más admiro de él es lo bueno que es. Él tiene un ángel, todo el que lo conoce lo quiere, y además, lo buenmozo que es.

Seguir ofreciendo calidad mundial

“Después de haber abierto el primer laboratorio, abrimos la sucursal María Auxiliadora, la llamábamos la Toma Siete, porque la casa era número siete. La idea era poder ofrecer nuestros servicios a personas de escasos recursos y pensé en ese sector, María Auxiliadora, que queda cerca del hospital Morgan. Ahí surge la primera sucursal. La próxima sucursal fue en el Ensanche Ozama, en la avenida Sabana Larga. En esa época era imposible pensar en una sucursal en la zona oriental. En ese momento no pensaba en expansión, pensaba en dar buenos servicios a precios bajos a personas pobres. Hoy en día, son 29 sucursales y 615 colaboradores. Lo que hemos logrado se debe a que el personal que labora en esta empresa ama lo que hace y está comprometido con su trabajo. Apuesto a la calidad.  Desde el año 2003, nos certificamos bajo un estándar de calidad, el Iso 9001 y luego, en el 2013, logramos la acreditación bajo el estándar Iso 15-, 189, logrando ser el primer laboratorio clínico del país con estas dos certificaciones.  Eso te avala y dice que tienes calidad mundial. El laboratorio no se ha quedado estático, sino que ha evolucionado con respecto a los tiempos y ha ido avanzando para seguir sirviendo al país”. 

Estudios
Terminé la secundaria y comencé a estudiar laboratorio en el Instituto para Laboratoristas Doctor Defilló. No existía la carrera a nivel universitario”.

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