Conociendo el gran Caribe: La Barranquilla de Juan Pablo

Imagina tú la curiosa situación.Tener una amiga isleña, a quien la historia y la poesía son su fuente de inspiración.Sigo pensando y ojeando en los anaqueles de la imaginación ¿Qué poder regalarle a una dominicana?Y un libro…

Imagina tú la curiosa situación.
Tener una amiga isleña, a quien la historia y la poesía son su fuente de inspiración.
Sigo pensando y ojeando en los anaqueles de la imaginación ¿Qué poder regalarle a una dominicana?
Y un libro siempre será la solución.
Te regalo entre letras la historia de mi ciudad.
Narrada a través de un edificio que es
monumento nacional. Es la historia de una parte del Caribe que nos presentaste.
Una parte pequeña apenas, con el tamaño justo.
Para que puedas guardarlo en tu corazón.
Desde este rincón mágico del Caribe,
Barranquilla, que engalanaste con tu
presencia entre mariposas amarillas, una ciudad donde la calle, el paraíso, un
barrio, las lluvias son de oro y las batallas de flores.
Con absoluto respeto y admiración, Juan Pablo Mestre

El último día de mi conferencia en el Museo del Caribe, sobre la cual hice referencia en artículos anteriores, Juan Pablo Mestre, uno de los alumnos de la maestría en historia de la Universidad del Norte, que fue mi verdadero guía y edecán durante los días que estuve en Barranquilla, me entregó un regalo, que agradecí de corazón. Lo guardé pues casi de inmediato comenzaría la conferencia.

Lo guardé hasta hace unos días. Con el tiempo y sin prisas, leí con atención la dedicatoria y me emocioné. Después pude apreciar el regalo. Era un libro titulado “La Aduana 15 años: un monumento, un proyecto cultural” que fue preparado por la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta, con el apoyo de la Gobernación del Atlántico y la Cámara de Comercio de Barranquilla. Me sorprende que no tiene la fecha de la edición. El libro narra la historia de la ciudad de Barranquilla, que se expresa a través de un edificio icónico: el edificio de aduana, como bien explica Gustavo Bell Lemus:

La arquitectura física de una ciudad expresa, como pocas manifestaciones sociales, el paso de la historia por su espacio vital. Sus calles, avenidas, casas, parques, plazas y edificios encarnan el espíritu de la época en que fueron construidos.

El edificio de La Aduana, inaugurado a comienzos de la segunda década del siglo XX, representó en su momento uno de los símbolos más elocuentes del optimismo con que Colombia se insertaba en los circuitos de la economía internacional. Para Barranquilla representaba el emblema de su apertura a la modernidad y su carácter de ciudad abierta al mundo.

Por los pasillos, pues, del edificio de aduana y de la Estación Montoya aledaña a él, entraron miles de inmigrantes provenientes de distintos continentes que vinieron a la ciudad y al país a “hacer la América”. Aquí llegaron cargados de sueños, de ilusiones y de libros…[1]

Después de las presentaciones de los representantes de las instituciones que apoyaron el proyecto, se presentaron varios ensayos. Uno de los más interesantes es la historia de la restauración del edificio para convertirlo en un centro cultural, como bien explica la responsable del proyecto Cielo Tamara:
Guardo la certeza y la esperanza que los personajes que en el futuro manejarán los destinos de la ciudad de Barranquilla y del Departamento del Atlántico, permitirán que La Aduana continúe su largo camino de significación en la historia y en la cultura de esta ciudad y de esta región, como la vislumbró en su momento el poeta Miguel Moreno Alba…

La Aduana, que un día entró sin permiso a mi vida, es hoy un lugar que me habita y en el que vivo gustosamente atrapada en su historia y en su presente para que siga abierta a todos los que quieran hallar en ella mayores horizontes desde la sensibilidad y el conocimiento. [2]

El apartado IV habla de la historia de la ciudad y se titula “Barranquilla nace al siglo XX: 1900-1920”, escrito por Jorge Villalón. El mar, como fuente de contacto con otros pueblos, culturas e intercambio comercial ha marcado la historia de esta ciudad. El puerto y el ferrocarril constituyeron dos símbolos indiscutibles que convirtieron a Barranquilla en una activa y dinámica ciudad comercial:
Además del ferrocarril, la ciudad tuvo otro símbolo del progreso: un tranvía tirado por caballos sobre rieles en calles de arena construidos por el ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros…”[3]

El apartado VII, “Anecdotario del Palacio de la Aduana”, escrito por Rodolfo Zambrano Moreno, habla sobre el papel del Palacio de Aduana:
Corría el año de 1921 cuando el presidente de la República, Don Marco Fidel Suárez, a bordo de un vapor de río, arribó al muelle de la Intendencia Fluvial de Barranquilla, con una lujosa comitiva. Don Esteban Jaramillo, Tesorero General de la Nación –el mago de las finanzas de la época- y el Ministro de Hacienda Don Pomponio de Guzmán, entre otros, le acompañaban. El objetivo era nada menos que inaugurar la más espléndida obra pública de la Administración Suárez: el palacio de la Administración de la Aduana de Barranquilla… [4]
Podría seguir presentando los otros apartados. Pero el espacio se agota. Lo interesante de ese proyecto es que por decisión de una comunidad comprometida, un edificio abandonado, símbolo de la historia de Barranquilla, fue convertido en un centro donde la historia, la memoria de la ciudad, y las más variadas expresiones culturales tienen un lugar.

Cuando veo esas cosas, pienso en mi país, y cómo se ha descuidado el rescate de nuestro patrimonio cultural y monumental. Colombia no es un país lejano. Está a unas horas de nosotros. Se evidencia que cuando se quiere se puede. Nosotros todavía no hemos querido definir una verdadera política cultural. Los museos nuestros claman por ayuda. El Museo de Historia y Geografía languidece cerrado por casi una década, ante la indiferencia de las autoridades. Se dice que muchas de las colecciones han sido abandonadas sin criterio alguno; y que es posible que hayamos perdido parte de ese valioso patrimonio.
La cultura dominicana reclama: ¡Ayuda! ¡Ayuda! 

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[1] Gustavo Bell Lemus, “La
alegría del sueño hecho realidad”, en La Aduana 15 años: un monumento, un proyecto cultural, Barranquilla, Corporación Luis Eduardo Nieto, s/f, p. 17.
[2] Cielo Tamara, “Yo vivo en la Aduana, La Aduana me habita”, en La Aduana, op. cit., p. 21.
[3] Jorge Villalón, “Barranquilla nace al siglo XX: 1900-1920”, en La Aduana…. Op. cit. p.33
[4] Rodolfo Zambrano Moreno, “Anecdotario del Palacio de La Aduana”, en La Aduana, op. cit. p. 65.

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