Parapente, aventura para subir la adrenalina

El deporte y turismo de aventura son prácticas que se han popularizado en los últimos años, debido a la demanda de muchas personas, a quienes les resultan realmente emocionantes y les despiertan la adrenalina.

El deporte y turismo de aventura son prácticas que se han popularizado en los últimos años, debido a la demanda de muchas personas, a quienes les resultan realmente emocionantes y les despiertan la adrenalina.Entre estas disciplinas se puede mencionar el parapente, un deporte extremo considerado la forma más sencilla y emocionante de volar.

En República Dominicana existen escuelas y lugares para la práctica de este deporte, una de las formas más puras de volar. Se trata de aeronaves ultraligeras, de alas flexibles, es decir, que no cuentan con una estructura rígida.

Volar en parapente es una de las actividades más similares al vuelo de un ave, ya que no requiere de motores ni combustibles… solo del viento. Esta práctica se ha hecho muy común no solo en el país, sino también en muchos lugares del mundo.

Pese a que este deporte se practica en gran parte del país, es en Jarabacoa y Constanza donde están los centros más atractivos, debido a la agradable temperatura que impera en la región. Otra de las zonas donde se vuela parapente en el país es en Matúa, uno de los lugares de instrucción de esta disciplina más utilizados, por ser el más cercano a Santo Domingo; así como también en Azua, Barahona, Neiba, La Vega, Puerto Plata, entre otros lugares montañosos del país.

“El parapente se puede volar en muchos lugares diferentes. Relativamente requiere de poca cosa para poder volar. Si tengo una montaña que está enfrentada al viento y un aterrizaje disponible yo puedo volar parapente en ese lugar”, cuenta Benjamín Egli, propietario de la Escuela de Paramotor y Vuelo Libre Aerolight Dominicana.

El país cuenta con escuelas que se dedican a instruir en el vuelo de introducción, o de pasajeros, cuya formación tarda al menos cuatro meses. Sin embargo, cualquier aficionado puede volar en compañía de un piloto.

Egli explica que el primer paso es aprender a controlar el planeador en tierra, perder el miedo y luego lanzarse desde una montaña pequeña para hacer los primeros vuelos, hasta llegar al punto donde se alce a subir miles de metros.

En definitiva, el parapente atrae a hombres y mujeres de las más diversas procedencias, edades y orígenes apasionados por la posibilidad de volar en pleno contacto con la naturaleza, utilizando los recursos que ésta ofrece y por la belleza del paisaje visto desde el aire. Muchos han comenzado a volar a edades tan tempranas como los 10 ó 12 años, y hay otros que con más de 70 siguen practicando el vuelo libre.

Seguridad

El experto en parapente indica que la mayor seguridad para poder disfrutar de un vuelo de aproximadamente 15 minutos es tener el deseo y la disposición de hacerlo. “Si las personas se mantienen dentro de los márgenes y reglas de seguridad, el parapente podría ser uno de los deportes extremos más seguros. Su ventaja es que es auto estable, es decir, que si se sueltan todos los mandos, al ser un péndulo, vuela derecho por obligación, lo que ayudará al piloto si se confunde durante el vuelo”, sostiene Benjamín.

“Si las condiciones son adecuadas, volar parapente es más seguro que montar motocicletas”, agrega.

Para volar el piloto necesita llevar paracaídas, comunicación, conocer el espacio aéreo en el que se mueve y mantenerse en contacto con las personas para que sepan dónde se encuentra. El parapente cuenta con un equipo que incluye un protector dorsal de espuma, un paracaídas de emergencia, casco y botas.

Al igual que en las carreras de automóviles, en parapente existen diferentes categorías: principiantes, intermedios y avanzados, hasta llegar a ser competidor.

Pero, ¿a partir de qué edad puedo volar? Es la pregunta que se hacen muchas personas, y es que la edad correcta para iniciar un vuelo en parapente es a los 16 años.

Historia

Este deporte nace en Francia a finales de los años 80, cuando unos escaladores de montaña, quienes también eran paracaidistas, se les ocurrió inflar paracaídas en la tierra para despegar de una pendiente. De ahí nace el nombre de parapente (paracaídas y pendiente).

Al principio, su uso era era muy crítico, debido a que el paracaídas no tenía mucha evolución, pero a mediados del año 1985 ya había un parapente que volaba de una forma confiable.

“A República Dominicana el parapente llegó al principio de los años de 1990, cuando unos españoles lo trajeron al país y comenzaron a enseñar a los dominicanos”, explica Egli.

En el país el vuelo de parapente se ejecuta bajo el Reglamento Aeronáutico Dominicano –RAD- 103, referente a vehículos ultralivianos. Egli recuerda que los pioneros en volar parapente aquí, específicamente en Azua, fueron Roberto Rodríguez, Antonio Esteban y un señor conocido solo como Guly.

En el año 2001 se conformó la primera asociación de personas que practican ese deporte, la cual se denominó “El vuelo libre dominicano”.

Las empresas que se dedican a realizar esta práctica deben registrarse mediante aeroclubes y operar en áreas previamente inspeccionadas por el personal técnico del Instituto Dominicano de Aviación Civil –IDAC.

Datos

La República Dominicana cuenta con al menos 60 pilotos criollos y extranjeros residentes, reunidos, entre otros, en los clubes: Ultraligeros del Caribe (CUC) y Vuelo Libre Dominicano (VLD).

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