Santiago. El Cementerio 30 de Marzo está cargado de múltiples valores y es un patrimonio artístico, arquitectónico, histórico e intangible, que sirvió para sepultar varios restauradores.La necrópolis brinda una visión particular de la sociedad santiaguera de finales del siglo XIX y el siglo XX a partir de su amplia gama de monumentos funerarios de distintos estilos.
El historiador Edwin Espinal, al encabezar un recorrido junto a directivos del Centro León, destaca que este fue el reflejo del proceso migratorio recibido por la ciudad y de las huellas de su impronta a través de los estilos arquitectónicos y sus inscripciones lapidarias. En este camposanto de prácticamente dos siglos descansan los restos de varios personajes de la historia local y nacional y entre los cuales se entretejen testimonios orales y rituales mágicos relacionados con el vudú dominicano.
Personalidades
Entre sus enterramientos más importantes están los mausoleos de José Manuel Glas, Anselmo Copello y los caídos en la tragedia de Río Verde. Además, las tumbas de Daniel Ortiz, Cipriano Mallol y Johann Bischoff; los panteones de la Logia Nuevo Mundo No. 5, José Batlle y Augusto Espaillat, las tumbas de las familias Mera Zeller, Benoit Boitel, Espejo Sang, Fernández Pichardo y Fernández Martínez, y las tumbas del Cementerio Cosmopolita.
Espinal indica que en el cementerio están enterrados desde educadores como Ercilia Pepín hasta artistas como Yoryi Morel, el presidente de la República Antonio Guzmán y mártires de la dictadura trujillista, como Virgilio Martínez Reyna.
Los restos de estos precursores de la guerra restauradora estuvieron en el cementerio hasta 1895, cuando fueron llevados a la Iglesia Mayor (hoy Catedral Santiago Apóstol).
Camposanto acogió a los restauradores
Lo que existe en homenaje a los primeros mártires de la Restauración es parte de la pared original del cementerio, donde fueron fusilados el 17 de abril y el 6 de mayo de 1863. Ellos fueron: Eugenio Perdomo, Vidal Pichardo, Carlos de Lora, Ambrosio de la Cruz, Antonio Batista y Thomas Pierre. El muro fue convertido en monumento y se colocó una lápida recordatoria en 1929.
