No es tarea sencilla

Las fórmulas fáciles de encarar los problemas se asientan en la búsqueda de culpables, sin desentrañar las causas que los originan. Ahora, al divulgarse los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus…

Las fórmulas fáciles de encarar los problemas se asientan en la búsqueda de culpables, sin desentrañar las causas que los originan. Ahora, al divulgarse los resultados del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) se pretende racionalizar el pésimo posicionamiento de la educación dominicana en las inmediateces y en los actores del momento, sin valorar la historia y las tendencias que han predominado en la escuela.

El programa de evaluación desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) simplemente viene a confirmar lo que sabemos, y que hemos venido admitiendo: el pobre estado de la educación, un mal que habrá de tener remedios, pero que es tan viejo como Cuca y Roquetán.

Lo importante es que aceptemos una realidad que nadie está en ánimo de rebatir, sino de trabajar para superarla en forma creativa, porque siendo una cuestión propia de la estructura misma del sistema educativo no se puede solucionar mediante decreto. Es sumamente complejo y hay que actuar en la dirección deseada, con propósitos ciertos.

Cabría preguntarse: ¿Qué podemos hacer para mejorar la educación? Hay cualquier cantidad de respuestas, tantas como los enfoques y concepciones; los intentos fallidos que nunca han estado al margen de la instrumentalización de la enseñanza como perpetuadora a veces de la dictadura, del desorden institucional, de la burocratización a conveniencia de propósitos clientelistas; de la falta de comprensión de la necesidad de recursos económicos para planes y programas que redunden en resultados medibles por el cúmulo de conocimientos adquiridos vinculados a la realidad y a las vías de aplicación.

Quizás estamos en el tiempo, en el mejor momento para identificar las políticas más adecuadas para producir los cambios deseados.

Considerar todos los factores envueltos. Al maestro, la familia, la institucionalidad en que descansa el sistema educativo e incluso, el modelo de sociedad a que aspiramos.

¿Bastaría que aprendiéramos de los organismos internacionales, de los facilitadores extranjeros, de los expertos nacionales, o esencialmente, de una profunda autocrítica de la escuela dominicana, desde la cúspide hasta la base?

No es una tarea sencilla, pero debemos hallar soluciones. 

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